miércoles, 3 de agosto de 2022

La traída de aguas a Sigüenza - Gregorio Sánchez Doncel (Programa de fiestas de 1973)

 Colaboraciones literarias en los programas de fiestas de Sigüenza.

    Hemos recogido de viejos periódicos locales algunos datos curiosos a cerca de variados asuntos relacionados con nuestra ciudad, y nos ha parecido de interés consignar en esta publicación los referentes a la traída de aguas a Sigüenza. Sin duda que estos datos son incompletos y acaso inexactos; no intentamos sino transmitir a la imprenta lo que hemos encontrado.

    Hasta el siglo XVII la población de Sigüenza -así lo hemos leído- vino surtiéndose de aguas potables de la llamada «Fuente del Tejar». Pero en dicho siglo, fuera que el caudal de dicha fuente disminuyera o que la tubería de barro sufriera averías a cada paso, el Ayuntamiento resolvió hacer la traída de aguas del manantial que abastece actualmente a la ciudad -se refiere a los finales del siglo pasado-, llamado comúnmente «Los Nacimientos», y situado al oriente del cerro del Otero. Entonces fue necesario construir el acueducto llamado «Los Arcos», obra costosa y de importancia en aquellos tiempos. El ayuntamiento no contaba con fondos para ello, y aprovechando la oportunidad de ir a Madrid una comisión de concejales a gestionar asuntos de la municipalidad, a uno de aquellos se le ocurrió la buena idea de presentarse al Cardenal Zapata, Arzobispo de Toledo entonces y solicitar de él los recursos necesarios. Aceptada la idea por los demás compañeros decidieron tener la entrevista con el Cardenal Zapata. Gozaba entonces este insigne prelado de fama universal en España de hombre caritativo, generoso y esplendido por sus cuantiosos donativos para obras pías y de utilidad pública. La comisión fue recibida por él. Explicando el objeto de la visita, el Cardenal, con su inagotable caridad, les facilitó gran parte del capital necesario. Estos son los datos que se aceptaban por referencia de persona entendida. El acueducto tenía seis arcos, y en su punto medio alcanzaba una altura de 20 o 25 metros aproximadamente. Utilizábase también para el paso de personas, a cuyo fin tenía dos buenos pretiles de sillería. Las incurias del tiempo fueron deteriorando la obra de fábrica. Todavía estaba en uso a finales del siglo pasado -1891-, aunque ya daba señales de peligroso derrumbamiento. No pasaría mucho cuando el Ayuntamiento se vio obligado a levantar nuevo puente sobre el Vadillo, frente a la puerta del Toril.


Acueducto "Los Arcos", frente a la puerta del Toril


    El 20 de junio de 1922 se reunió el Ayuntamiento para tratar de la traída de aguas. En trabajos de exploración se gastaron 3.842,50 pesetas, de las 25.000 donadas por don Juan Núñez; otras 10.000 se invirtieron en instituciones de caridad. Don Bautista Vázquez propuso la traída de aguas desde Villavieja y Los Arroyuelos.

    En 1927 y 28, durante la dictadura, hizo el proyecto el ingeniero seguntino don José García Atance. Consistía en traer las aguas de Rostra y Villavieja, construir un deposito en la parte alta de la población y desde allí distribuirla por la ciudad.

    Luego en 1930 se habló de traer el agua de Mojares; pero su elevado costo, casi un millón de pesetas, lo hizo retirar.

    En 1933 presentó el Sr. Pérez Villamil un estudio del ingeniero don Antonio Cavestany para elevar hasta el fuerte el agua traída de los Nacimientos. El conde de Velayos buscó agua cerca del cementerio, pero no la halló.

    Por fín en el «Boletín Oficial» del 4 de enero de 1935 se publicó el anuncio para las obras de traída de aguas de Rostra y Villavieja. Los proyectos fueron obra de los ingenieros don José García Atance y don Agustín del Valle. Adquirió la contrata el Sr. Marco, y dieron comienzo las obras el día 4 de abril de aquel mismo año.

    Aquí finalizan las notas de mi fichero. Relata refero.

GREGORIO SÁNCHEZ DONCEL

viernes, 30 de diciembre de 2016

Alcaldes de Sigüenza desde el siglo XX

Monarquía Parlamentaria, Alfonso XIII (1902-1922)
1 de enero de 1902Santiago Raso Esparroz
1 de enero de 1904Hipólito Almazán Almazán
1 de enero de 1906Ignacio Gil Rodrigo
1 de julio de 1909Pablo Gutiérrez Olivares
1 de enero de 1910Marcelino Albacete Alvaro
1 de enero de 1912Luciano Toro Somolinos
1 de enero de 1914Antonio Algora Medina
1 de enero de 1916Antonio García Pérez
1 de enero de 1918Luciano Toro Somolinos
1 de enero de 1920Joaquín Ibáñez Martínez
1 de enero de 1922Pedro Trigo Sevil
Dictadura de Primo de Rivera (1923 - 1930)
2 de octubre de 1923Santos Cardenal Gómez
22 de enero de 1924Estanislao de Grandes Urosa
1 de abril de 1924Estanislao de Grandes Urosa
9 de marzo de 1925Felipe Barrena y Alonso de Ojeda
25 de mayo de 1928Fernando Muñoz de Grandes
Final de la Monarquía
15 de febrero de 1930Simón Pareja Caballo
2 de abril de 1930Javier Arroyo García
Segunda República
18 de mayo de 1931Adolfo Franco Lillo
25 de mayo de 1936Francisco Lafuente Moreno
Dictadura de Francisco Franco (1936 - 1975)
11 de octubre de 1936Estanislao de Grandes Urosa
19 de octubre de 1936Anselmo Bernal Lafuente
4 de febrero de 1937Gerardo Sánchez Esteban
28 de abril de 1939Demetrio Rodríguez Pintado
30 de julio de 1940Arturo Aguilar del Hoyo
12 de marzo de 1941Gerardo Sánchez Esteban
20 de agosto de 1944Antonio Labrada Chércoles
25 de agosto de 1947Gerardo Riosalido Andrés
30 de octubre de 1957José Maria Bernal Jimeno
8 de octubre de 1966Gerardo Relaño Ajamil
7 de Agosto de 1970Martín Poyo del Pino
DEMOCRACIA
3 de abril de 1979Juan Antonio Martínez Gómez-Gordo
8 de mayo de 1983J. Vicente Turo Sanz
10 de junio de 1987Juan Carlos García Muela
20 de mayo de 1991Marcelino Llorente
28 de mayo de1995Octavio Puertas Moreno
13 de junio de 1999Octavio Puertas Moreno
25 de mayo de 2003Francisco Domingo Calvo
27 de mayo de 2007Francisco Domingo Calvo
23 de mayo de 2011José Manuel Latre Rebled
24 de mayo de 2015José Manuel Latre Rebled
26 de mayo de 2019María Jesús Merino Poyo
28 de mayo de 2023María Jesús Merino Poyo

Sigüenza durante el califato Omeya

En esta época son escasos los datos que tenemos. Sigüenza quedo reducida a una aldea después de que fuera sometida a grandes tributos en la invasión musulmana de la península.

Sigüenza paso a depender de Medinaceli durante el reinado de Abderramán III; Medinaceli era la gran ciudad desde donde partían las incursiones hacia los reinos cristianos del norte, este mando fortalecer la ciudad a su general Galib.
El cronista Ibn Idarí, en alusión a las obras realizadas en aquella villa por orden del califa cordobés, afirma que Medinaceli se encontraba:
"...desde hace largo tiempo abandonada, situada sobre la frontera oriental [...] los albañiles de toda la frontera fueron reunidos allí para construir el recinto amurallado y dotarlo de cuarteles; los trabajos fueron terminados en septiembre del 946, y los musulmanes pudieron desde entonces habitar aquel lugar con total seguridad.

Existía una vía de comunicación desde Medinaceli hasta Guadalajara. Partía de Medinaceli hasta Sigüenza (Segontia) y seguía paralela  al río Henares pasando por Mandayona, Jadraque, Espinosa de Henares y Guadalajara.
Ibn Hawqal habla de este camino, en el que se invertían dos jornadas; la parada intermedia se hacía en un lugar llamado Sa ´ra al-Qawarir, del que se dice que se encontraba junto a una aguada.

[...] a Guadalajara. Esta es una ciudad grande y Marca fronteriza, famosa por su situación y amurallada con sillares de piedra; está dotada de mercados, alhóndigas y baños. Tiene un Juez y un delegado del califa y en ella residen los alcaides o gobernadores de la frontera como Ahmad ibn Ya´la o Galib. Desde Guadalajara se emprende la mayor parte de las campañas de guerra contra Galicia. Desde Guadalajara hasta "Sa´ra al-Qawarir" hay una etapa. En "Sa´ra al-Qawarir" hay una venta o manzil donde se hospedan los viajantes o trajineros. Desde este lugar a Medinaceli hay una etapa. De ella es gobernador Galib ibn ´Abd al-Rahmán, jefe del ejercito. Su termino y distrito es muy vasto y considerable y la comarca es muy rica en ganado y próspera en toda clase de recursos y bienes. Ella es la ciudad mas importante de Al-Andalus en organizar expediciones y campañas de guerra.

En el Año 975, Galib emprendió una campaña contra una coalición de tropas cristianas que sitiaban el castillo de Gormaz. La campaña finalizó con un rotundo éxito de mawlà califal, el cual parece haber consolidado un considerable dominio sobre las zonas fronterizas medias, concretamente entre Medinaceli y Guadalajara.

Eduardo Manzano Moreno. "La frontera de Al-Andalus en la época de los Omeyas"
Julio Valdeón Baruque. "Abderramán III y el califato de Córdoba"

martes, 8 de noviembre de 2016

El Púlpito del Evangelio en la catedral de Sigüenza

El púlpito plateresco o del Evangeliocincelado entre 1572-73 por el artista seguntino Martín de Vandoma y restaurado ejemplarmente después de la Guerra Civil por el escultor segoviano Florentino Trapero.

Martín de Vandoma, seguntino

A juicio de Villamil, el apellido Vandoma es de inequívoco origen flamenco (Van Domme). Bien pudiera ser también de estirpe francesa (Vandomme). Con todo, es seguro que Martín de Vandoma nació en Sigüenza hacia 1515. Muy probablemente fue en nuestra ciudad donde adquirió su formación artística, pues era Sigüenza en aquella época un centro de cultura de mayor rango de lo que podía esperarse de su corto número de habitantes.

En los años de juventud de Vandoma se llevaban a cabo en la Catedral importantes obras platerescas en la capilla del Doncel y en el retablo de Santa Librada y mausoleo de D. Fabrique. No es aventurado pensar que ellas fueron el palenque en el que se moldearon las innatas cualidades artísticas de nuestro escultor y arquitecto.

La primera mención explícita de Martín de Vandoma que encontramos en las Actas Capitulares data del 13 de septiembre de 1554, pocos días después de la muerte del maestro Durango. En dicha fecha el Cabildo nombra a Vandoma maestro mayor de la iglesia y responsable principal de la obra de la sacristía mayor que ya había iniciado su construcción. Terminadas las obras de fábrica en 1561, incluida la célebre bóveda de las Cabezas, de fama universal, recibió el encargo de su ornamentación. A su cincel se debe la puerta de la sacristía y las dos cajonerías situadas a continuación de la capilla de la Capilla del Espíritu Santo o de las Reliquias, obra en la que, a juicio de Azcárate Ristori, también intervino.

Para la Catedral labró además en 1574 cuatro sillas del coro capitular, imitando el estilo gótico original de tiempos del Cardenal Mendoza. A su traza y cincel se deben también varios estimables retablos de algunas parroquias de la antigua Diócesis de Sigüenza, entre ellos el de la iglesia parroquial de Caltojar (Soria), pues en una cartela del mismo se lee que lo hizo Martín de Vandoma, natural de Sigüenza, ayudado por su yerno Jerónimo de Montoya. De su taller proceden, sin duda, los armoniosos retablos de Pelegrina y Cortes de Tajuña y los de las iglesias sorianas de Alentisque, Aguaviva y Ambrona, este último hoy en el museo Diocesano de Burgo de Osma. Y es seguro que Vandoma intervino también en la talla del coro, los púlpitos y la reja de madera de nogal de la colegiata de Berlanga de Duero, obra acabada por su discípulo Vicente Marcos.

El púlpito del Evangelio

Martín de Vandoma falleció en 1577. Su obra maestra, a juicio de Tormó y Monzó, es sin embargo, el mencionado púlpito del Evangelio, que también podríamos denominar «de la Pasión», pues la Pasión del Señor es el tema exclusivo de sus cinco espléndidos tableros. Iniciada el 5 de mayo de 1572 y finalizada el 19 de octubre de 1573, su estilo se inscribe en los cánones estéticos del arte plateresco, del que tantos y tan bellos ejemplos encontramos en nuestra Catedral. D. Aurelio de Federico Fernández, canónigo archivero jubilado, que tantos méritos tiene contraídos con ella, describiría así el púlpito en 1954: «sobre cilíndrica columna con sencilla basa clásica, fuste estriado, de estrías rellenas en su mitad inferior, y bello capitel jónico-corintio, álzase un cuerpo formado por dos molduras que limitan una corona de cabecitas infantiles provistas de doble y desigual par de alas, que sostiene un cuerpo troncocónico, en que aparecen alternados los escudos del Cabildo y cuatro niños desnudos como sosteniendo el peso del púlpito; encima y apoyada en ménsulas, aparece la cornisa en que se apoya la cátedra. Es de sección octogonal y en sus cinco tableros reales presenta altorrelieves con escenas de la Pasión: Prendimiento, Jesús ante Caifas, ante Pilato, insultado por los soldados y expuesto al pueblo por Pilato; separadas entre sí por bellos atlantes, que se prolongan por abajo en pilastras decrecientes decoradas con grutescos».

La restauración del escultor Trapero

Son bien conocidos los acontecimientos de octubre de 1936 en lo que respecta a la historia de la conservación de nuestra Catedral. Como consecuencia de dichos acontecimientos, el púlpito del Evangelio quedó reducido a un montón de trozos de alabastro. De su restauración se encargó, por deseo expreso del arquitecto director, Antonio Labrada, el escultor Florentino Trapero, nacido en 1893 en Aguilafuente (Segovia) y de cuyo nacimiento en consecuencia se cumple este año su centenario. En próximos números de ABSIDE habrá ocasión de perfilar su biografía y glosar los méritos de Trapero como escultor y su contribución de la epopeya de la restauración catedralicia. Baste ahora decir que la decisión de Labrada, fundamentada en la perfección de trabajos anteriores realizados por el escultor en la Catedral a partir de julio de 1943, no pudo ser más afortunada.

La restauración completa del púlpito se llevó a cabo entre 1947 y 1950. Duró exactamente dos años y medio, es decir, casi el doble que la ejecución primigenia de Martín de Vandoma. Ello nos indica las enormes dificultades que el artista restaurador hubo de vencer. Según las notas manuscritas que Trapero entregó al autor de este artículo dos años antes de su muerte, acaecida el 4 de agosto de 1977, la primera tarea que hubo de realizar antes de proceder a una restauración, que muchos juzgaban imposible, fue situar sobre cinco paneles de madera los trozos de alabastro conservados con el fin de recomponer las diversas escenas de la Pasión. El resultado final de esta operación no pudo ser más decepcionante. Contemplando ahora las fotografías de los paneles aludidos, comprobamos que faltaban trozos enteros de alabastro, en algunos casos de hasta cuarenta centímetros. Y lo que quedaba, en un estado deplorable por mutilaciones y desperfectos.

La operación siguiente fue tratar de reunir documentación suficiente que mostrase la obra en su estado anterior, tal y como salió de las manos de Martín de Vandoma. Por fortuna, el catedrático Sr. Archilla facilitó al restaurador una buena colección de fotografías del púlpito. Por su parte, el canónigo D. Francisco Box Blasco le proporcionó un vaciado en escayola. Hizo además «muchísimos estudios -son sus palabras- del vaciado de esta obra que hay en el Museo de Reproducciones de Madrid».

A continuación, el Sr. Trapero hubo de trasladarse «a Cogolludo con obreros de la Catedral para encontrar y arrancar alabastro igual al antiguo», pues de aquella zona procedía el alabasto primitivo. E inmediatamente comenzó la restauración que exigió el tallado y colocación de más de seiscientas piezas perfectamente localizables por no haber sido patinadas. «A sí se aprecia mejor -matiza el escultor- la propiedad artística con que hice este trabajo».

La restauración afectó a todo el conjunto escultórico. Hubo de incrustar piezas de la basa, en los extremos inferior y superior del fuste, en el arranque y en otros puntos del bello capitel jónico-corinteo, en las molduras que descansan sobre aquel, debiendo tallar además sostener la gran cornisa sobre la que se asientan los tableros de la cátedra. En dicha cornisa y en las quince ménsulas inferiores se aprecia con toda nitidez el trabajo de orfebre que hubo de realizar nuestro artista.
varias de las cabezas de querubines que forman como un collar sobre el que se alza el capitelón. La repisa octogonal que lo inicia lleva también varias piezas nuevas, así como los cuatro niños desnudos y de cuerpo entero y los cuatro escudos del Cabildo que parecen

Centrándonos ya en los cinco tableros de la Pasión, que miden setenta y cuatro por treinta centímetros y que son, sin duda, la parte más importante de la cátedra, siguiendo casi al pie de la letra las notas manuscritas del restaurador, enumeramos de izquierda a derecha los elementos escultóricos que faltaban y que fueron tallados por el Sr. Trapero:

1. El prendimiento
En este tablero esculpe Martín de Vandoma con singular maestría dos hechos de la Pasión que no fueron simultáneos sino sucesivos: el beso de Judas y el milagro de Jesús restituyendo a Malco, criado del pontífice, la oreja cortada por Pedro. El Sr. Trapero labra y ensambla en este panel, cinco cabezas, dos brazos con sus manos, un escudo, dos antorchas, ocho lanzas, una bandera, un angelito horizontal en el friso, un capitel, todo el cuerpo del atlante y varios adornos en la parte inferior del tablero.

2. Jesús ante Caifás
En primer plano aparecen las figuras de Jesús y de Caifás, sentado esté en lujosa silla curul, mientras Jesús permanece en pie con los brazos atados escuchando con un rostro lleno de dulzura y serenidad las provocaciones del sumo sacerdote. En el fondo se perciben algunas cabezas de gran expresividad que reflejan curiosidad ante la escena. El restaurador creó para este tablero la cara de Caifás. Un pie y el cetro, tres cabezas de soldados y de un ministro, un pie y la base de Jesús, varias piezas en el fondo, el baldaquino y una lanza, el brazo izquierdo, un hombro del atlante y un capitel.

3. Jesús conducido al tribunal de Pilato
En es tablero Martín de Vandoma elige el momento en que la comitiva pasa ante el templo de Jerusalén. Jesús va desnudo con las manos atadas a la espalda. También aquí junta el artista dos escenas en una, pues aparecen los sayones blandiendo sus fustas sobe el cuerpo de Jesús, por lo cual el restaurador no se equivoca cuando titula este panel «la flagelación».
En este caso, las piezas creadas por el escultor Trapero son las siguientes: la cabeza, un hombro, las caderas, el cubrepurezas y las piernas del Señor; la cabeza, mano derecha, piernas y pies del sayón de la izquierda; dos capiteles y la arquitectura del fondo izquierdo; los cuatro brazos y los dos capiteles de los atlantes; la base, cabeza y pliegues del atlante izquierdo; una cabeza de angelito y un escudo en el friso.

4. Los soldados se mofan de Jesús
En este tablero aparece Jesús semisentado sobre un escalón del patio del Pretorio y mientras un soldado le maltrata de hecho con un látigo, otro le maltrata de palabra en cuclillas ante él en actitud de burla. A juicio de Pérez Villamil, «las cuatro figuras principales de este cuadro son, tal vez, las mejores de toda la obra».
El Sr. Trapero esculpió para esta escena un brazo, una pierna y un pie del Señor; dos cabezas de sayones, tres brazos y dos pliegues de los mismos; la cabeza, un brazo, una mano, torso, y pliegues del atlante; un capitel, dos cabezas de querubines y un escudo en el friso.

5. Ecce Homo
Es el tablero más complejo de todo el predicatorio por el abigarramiento de las figuras. A la derecha aparece Cristo en actitud mansa y resignada. Detrás, Pilato con la cabeza levantada mira al pueblo judío en ademán de pedir el indulto. A la izquierda, varias cabezas del pueblo y en primer término uno de los sacerdotes instigadores del acontecimiento. En el fondo se ve el palacio del Pretorio y, asomado a una ventana, un individuo que mira con curiosidad el desenlace.

La labor del restaurador en este panal consistió en labrar una cabeza entera de niño, otra media, la cartela y un querubín, todo ello en el friso; el brazo izquierdo, el capitel, tórax y pliegues de la pilastra; los dos brazos, piernas y caderas de Jesús; la cabeza y un dedo de Pilato; el cuerpo, la mano derecha y los pliegues del sacerdote; cuatro cabezas, la espalda, un tórax y una mano en las figuras de la izquierda y la cabeza del sujeto que se asoma a la ventana.
Es de advertir que se han enumerado solamente las piezas más significativas talladas para el hermoso púlpito de Martín de Vandoma, joya de nuestra Catedral. No se mencionan otras muchas, menos importantes, pero necesarias, para recomponer la obra, que una vez terminada, sigue siendo una de las más admiradas de la Catedral de Sigüenza. El ensamblaje de todas ellas, según nos informa el restaurador en sus notas manuscritas, le exigió enorme trabajo y una paciencia y meticulosidad a toda prueba.

Ni que decir tiene que la restauración del púlpito del Evangelio es el trabajo más meritorio de todos los realizados por D. Florentino Trapero en Sigüenza. Es su obra por antonomasia, propia no sólo de un hábil restaurador, sino de un verdadero artista por la perfección del conjunto y el primor de cada uno de los detalles. En ella hubo de solucionar muchísimos problemas porque se trataba de recrear una obra de arte a partir de fragmentos inconexos. Que lo consiguió, es algo que no se puede dudar. Es lógico, pues, que se sintiera legítimamente orgulloso de esta obra. No le faltaba razón, por tratarse además de una joya escultórica que, si la Catedral de Sigüenza no tuviera otras, bastaría para merecer lugar preeminente en la historia del arte español, según la autorizada opinión de Pérez Villamil.

Excmo. y Rvdmo. D. Juan José Asenjo Pelegrina Sr. Arzobispo coadjutor de Sevilla
Articulo publicado en la revista Abside nº 18 (Diciembre 1992)

jueves, 8 de septiembre de 2016

La contribución de las fuentes documentales de archivo al estudio de la plazas seguntinas del siglo XV


Pilar Martínez Taboada - Cronista oficial de Sigüenza. Dtra en Arte (UCM)
Articulo publicado en Anales seguntinos nº 17 (2001)

Para estudiar el urbanismo de los primeros siglos de la edad media, aparte del análisis de los restos físicos: calles, murallas, puertas, edificios singulares, etc., hemos de recurrir fundamentalmente, para conocer datos concretos sobre su cronología, su historia o sobre los mecenas que financiaron su construcción, a las Fuentes literarias de carácter narrativo, ya sean históricas, como los Anales y las Crónicas, o biográficas. Esto es debido al escaso número de Fuentes documentales de archivo que conservamos de esta época. La situación cambia radicalmente en la Baja Edad Media, ya que en ese momento, dada la cantidad y variedad de dichas Fuentes documentales que poseemos, éstas sustituyen prácticamente a las literarias en cualquier investigación que se lleve a cabo.

En este trabajo vamos a evidenciar la trascendencia de las Fuentes documentales para el estudio de una de las transformaciones urbanísticas mas importantes del siglo XV, la apertura de las plazas mayores en las ciudades castellanas, y en concreto de las existentes en la ciudad de Sigüenza. Para ello vamos a combinar los documentos conservados en el Archivo de la catedral seguntina con algún ejemplo significativo de los existentes en el Archivo Municipal de la ciudad.

plaza, mercado, mercadillo, Sigüenza

Tengamos en cuenta que Sigüenza en este siglo era un señorío episcopal, ejercido tanto por sus obispos como por el Cabildo. Por ello las decisiones que se tomaban en los cabildos catedralicios tenían una transcendencia mayor que las que se adoptaban en las reuniones de Concejo. Por esta razón las Actas del Cabildo nos ofrecerán mas datos sobre la ciudad que las propias Actas del Concejo. Además, mientras que las primeras Actas del Cabildo Conservadas en el archivo de la catedral son de 1416, las primeras que han llegado hasta nosotros del Concejo son de principios del siglo XVI, con lo cual exceden al marco cronológico que hemos elegido para este trabajo.

 A estas Actas añadiremos toda la amplia gama de documentos reales y señoriales que conservamos en los citados Archivos y los datos que precisemos extraídos tanto de los Libros del Dinero como de los Libros de Obra y Fábrica catedralicios 1.

La recuperación de la vida urbana tras la crisis de mediados del siglo XIV se va a expresar en las ciudades castellanas con la revitalización de su actividad comercial y con la transformación urbanística de los espacios dedicados a la misma. En Sigüenza, a mediados del citado siglo, esta vida comercial se desarrollaba no solo en la plaza del Mercado, ubicada a extramuros de la puerta del Hierro, sino también en la plaza del Mercadillo, escotadura de la calle Jesús, y en las casas tiendas y casas talleres de las dos Travesañas 2; vida comercial cada vez mas pujante sobre todo tras la Concesión de una Feria anual franca en tiempos de Juan I, concretamente el 30 de agosto de 1320, respondiendo a la petición hecha por el obispo don Simón Girón de Cisneros, señor de la ciudad. Esta concesión no sólo la confirmó Juan II, en 1407, sino años después, en 1508, la reina doña Juana, y éste es el documento concreto que se conserva en el Archivo Municipal Seguntino 3.

En él podemos leer el siguiente párrafo: “Sepan quantos esta carta vieren, commo yo don Alfonso, por la graçia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de León, de Gallizia, de Sevilla, de Cordova, de Murçia, de Jaen, del Algarbe e señor de Molina, porque  don Simón, obispo de Çigüença, me dixo que la su ciudad estaba en comarca de los reynos de Castilla e de Aragón e de Navarra, y que avie y muy buen logar para facer feria y que vienen muchas mercadurías de fuera de míos reynos al dicho lugar de Çigüença y que se ennoblecería y se enrriqueçería y sería muy grand mío servicio; e yo, veyendo esto que el dicho obispo me dixo era pro del dicho logar, con conceio y con otorgamiento de la reyna doña María mi ahuela e mi tutora, e porque el dicho obispo me lo pidió por merçed y por los muchos servicios que me fizo al rey den Fernando mío padre, que Dios perdone, e fizo e faze a mí e a la reyna doña María mi ahuela e mi tutora; tengo por bien que en dicho logar de la ciudad de Sigüença, que fagan feria una vez en el año, e que se faga cada año siempre iamas ocho días antes de la fiesta de Santa María de mediados de agosto e ocho días después, en manera que dure la dicha feria quinze días; y que aya todas aquellas franquezas y libertades que ha la feria de Alcalá, salvo ende el portalgo que es del obispo e del Cabildo”.

Así pues el rey, para agradecer los servicios prestados a la corona por el obispo don Simón, le concedió una feria, completamente franca, salvo el portazgo del obispo y el cabildo, mediante la cual se enriquecería su ciudad. Señalemos a continuación que los tenderetes que en esta feria anual se montaban en Sigüenza no solo ocupaban la plaza del mercadillo, sino que se disponían a lo largo de toda la Travesaña Alta, desde la Puerta del Hierro a la calle Mayor, ubicándose el peso, mediante el cual se evitaban los fraudes, muy cerca de la plaza Vieja, actual plaza de San Vicente o del Doncel, como se nos recuerda en un documento fechado el 3 de agosto de 1484, en el que se recogen las Capitulaciones y Ordenanzas para la buena gobernación de la ciudad 4.  En uno de los párrafos de este documento, que como ocurre con el resto de las Ordenanzas bajomedievales de las ciudades castellanas, es clave para el análisis de la vitalidad económica de Sigüenza, podemos leer que el peso tenía su sede en la “postrimera tienda de la feria, que está cerca de la calle de los Arcedianos”, calla que tiene su inicio en la citada plaza.

plaza, nueva, Sigüenza, siglo XV

 Para entonces ya se había abierto en la misma Travesaña Alta una nueva plaza y también por ella se extendería la feria. No es habitual que las nuevas plazas medievales puedan ubicarse intramuros de las ciudades, y la mayor parte de las veces, como es el caso de la plazuela abierta delante de la Puerta del Hierro seguntina, se disponían a extramuros de una de las puertas del recinto urbano; pero en Sigüenza se produjeron a principios del siglo XV una serie de circunstancias que permitieron el derribo de un número considerable de casas en pleno corazón de la ciudad y que hicieron posible que el espacio vacío que dejaron se pudiese abrir la llamada plaza Nueva, para diferenciarla de la plaza Vieja, antes citada, ya existente en la misma travesaña.

Analicemos brevemente estas circunstancias. En primer lugar la ciudad tuvo que hacer frente a una Orden Real, concretamente a las disposiciones dadas por el rey Juan II en 1412, respecto a la ubicación de la población judía en las ciudades de sus reinos. En ese documento se ordenaba que todos los judíos de sus reinos y señoríos viviesen apartados de los cristianos “en un cérculo en parte de la cibdad o villa o logar donde fueren vecinos, e que sean cerradas las calles de las puertas enderredor, en guisa que todas las puertas salga a dicho cérculo, e que dicho çerculo haya una puerta por do se mande e non más. E que en el dicho çerculo moren los dichos judíos e judías e non en otro lugar”5 Es decir, que se les ordenaba a los judíos dejar sus casas en el interior de las ciudades y habitar extramuros de las mismas en un barrio amurallado , en una judería murada.

 En Sigüenza esta orden real pudo cumplirse sin tener que construir un barrio de nueva planta, ya que existía por aquel entonces un nuevo sector de la ciudad donde mucha familias judías estaban ya asentadas, los alrededores de la perta del Hierro; un lugar que, además de estar extramuros, se veía protegido por la muralla que se había alzado pocos años antes para defender los arrabales occidentales de la ciudad, con lo cual se cumplían perfectamente las condiciones impuestas por el monarca. Y por esa razón fue allí donde se ubicó la nueva Judería y donde se trasladaron a vivir los judíos que tuvieron que abandonar sus casas de la Travesaña Baja, calle que hasta entonces había sido la sede de la Judería seguntina. Muchas de ellas fueron compradas por el Cabildo para arrendarlas mas tarde, por ello no faltaron en esta época viviendas donde trasladar a los vecinos cuyas casas hubo de derribarse para construir la plaza Nueva, que nació como alta escotadura de la Travesaña Alta, muy cerca de la citada puerta del Hierro.

La plaza Nueva, aunque para entonces, como acabamos de constatar, llevase construida varias décadas, aparece citada documentalmente en 1453, con motiva de un juicio que en ella se celebró en época del obispo Luján 6. Y ambas plazas, la Vieja y la Nueva, se reseñan en el Primer Libro del Dinero, conservado en el Archivo catedralicio, fechado en 1477. Estos libros se llamaban así porque en ellos se apuntaba anualmente el dinero que se recaudaba de las rentas de todo tipo que poseía el Cabildo y por ello, también año a año, se registraba en ellos el listado de las casas que dicho Cabildo poseía en la mayoría de las calles de la ciudad, indicando quien las habitaba y que pagaba por ello 7.

Entre las casas citadas bajo el epígrafe “Cal de los Arçedianos” aparecen reseñadas, en este primer libro, las ubicadas en la plaza Vieja de la siguiente manera: “Yten, las casas que está en el mismo cantón de la plaça Vieja, que solía morar Alfonso Martines, barvero, e son dos pares, e solía pagar de en çenso cada año çiento e çinquenta maravedís, e después partiéronse, tiene las primeras del cantón Diego de Lusio, e paga cada año setenta e cinco maravedís”. “Yten, las otras casas conpañeras de éstas, que solía tener el dicho Alfonso Martínes, barvero, que están entre éstas e las del señorcomendador Ferrando de Arse, tiénelas Pedro el barvero a en çenso, cada año por otros setente e cinco maravedís”.

La casa del comendador que se cita es la famosa Casa del Doncel, don Martín Vázquez de Arce, su hijo, que aún hoy día preside esta plaza Vieja, llamada populamente, como antes señalamos, plaza del Doncel o plaza de San Vicente 8.

 En cuanto a la nueva plaza y bajo el epígrafe “Plaza Nueva”, entre otras casas se reseñan las siguientes: “Yten, otras casas más arriba del Alcaldía, en la dicha plaça, tiénelas Ferrando Lagunes, çapatero, a en çenso, cada año por çiento e ochenta maravedís. A faser en ella çier(tos) edefiçios”. He elegido esta casa por la referencia a que la Alcaldía, o sea la casa del Concejo, estaba por aquel entonces ubicada en la plaza Nueva, cuando siempre, antes de su apertura, estuvo instalada en una casa de la plaza Vieja. Respecto a este hecho, la primera noticia documental que tenemos aparece en la Donación de casas que el 1 de febrero de 1254 hicieron Pedro Felices y su mujer al Cabildo, indicándose en ella que les daban las casas que tenían “en Sigüença, en Conceio delant Sant Bicent”9.


De igual modo, el mercado semanal que a principios del siglo XV se celebraba, como dijimos antes, a extramuros de la puerta del Hierro, desde que se abrió la plaza nueva se trasladó a la misma, y de esta manera la nueva plaza adquirió sucesivamente todas las funciones de una plaza mayor.

 Fue el Cardenal Mendoza quien logró que este mercado semanal fuera franco como lo era anualmente su feria, obteniendo ese Privilegio, fechado el ocho de marzo de 1468 del rey Enrique IV 10. Años mas tarde este hecho se recuerda en uno de los párrafos de las citadas Ordenanzas de 1484, en el que se apunta que fue el rey Enrique IV por petición del Cardenal quien “franqueó e liberó de todo tributo e alcabala e otras exacciones los mercados de esta cibdad los días de los miércoles, e así mismo la feria que se acostumbra facer por santa María de Agosto”.

Años después, concretamente el 15 de abril de 1494 el mismo Cardenal Mendoza será quien tome una decisión trascendental para el futuro de la plaza Nueva, pues ordena mediante una Provisión el traslado del mercado desde esta plaza a la plaza de la Iglesia que el mismo había mandado abrir frente a la fachada meridional de la catedral 11. Pocos días después, exactamente el día 27, el Cabildo se hacía eco de esta orden en su reunión ordenando “que por quanto el Cardenal nuestro señor a mandado faser el mercado a la puerta de esta iglesia en la plaça de ella, e porque es cosa desonesta que ayan de salir fuera al mercado con sobrepelliz los benefiçiados, ordenaron los dichos señores del Cabildo e mandaron que ningund señor benefiçiado de la dicha iglesia salga al dicho mercado con sobrepelliz, so pena del punto de aquel día syn remisión alguna” 12; dato que queda recogido en las Actas del citado día.


A partir de ese momento la plaza Nueva empieza a perder parte de su entidad como plaza mayor y sus alrededores ven como la vitalidad comercial que los definía comienza también a declinar; por ello, el Concejo seguntino no cejó en solicitar que el mercado volviese a celebrarse en dicha plaza; primero, a la muerte de Mendoza, al nuevo obispo, don Bernardino López de Carvajal, como podemos constatar en la Petición que le enviaron el 22 de mayo de 1495, en la que le ruegan que el mercado vuelva “a do siempre fue, para bien de la república, pues que está entre comedio de la dicha cibdad y no cabo de ella como agora está”, (recordemos que la plaza Nueva estaba en el corazón de la ciudad y la plaza de la Iglesia se había abierto en su extremo noreste) 13; y al no conseguir su propósito, años mas tarde, pleitearon en las mas altas instancias del estado. A pesar de todo ello el Concejo nunca consiguió que la orden se revocase.

 Sin embargo la plaza Nueva continuó durante siglos siendo el marco de la vida concejil seguntina, pues en ella se construyó a finales del siglo XV el nuevo Ayuntamiento y mas tarde la cárcel, razón por la cual a esta plaza se la conoce en la actualidad como “Plazuela de la Cárcel” 14.

Para conocer con detalle las primera fases constructivas de la plaza de la Iglesia a la que Mendoza trasladó el mercado, la actual Plaza Mayor seguntina, se deben combinar no solo los datos de las Actas del Cabildo sino los reseñados en los Libros de Obra de Fábrica 15, pues fue el canónigo obrero de la catedral, don Fernando de Coca, el encargado de supervisar las obras de la construcción de las casas que configuraron la citada plaza, cuyos alquileres revertían anualmente en dicha Obra y Fábrica. Por ello, cada año, en los citados libros se incluía la lista de casas de la plaza de la Iglesia y las rentas que se cobraban por cada una de ellas.

La primera relación que se posee de las casas de la Obra en la plaza de la Iglesia está inserta en el Primer Libro de Obra y Fábrica de la catedral, en el que se recogen las partidas correspondientes al periodo que media entre el 1 de julio de 1489 y el 30 de junio de 1499 16; y en ella podemos leer lo siguiente: "La casa que yo el obrero tengo, mill maravedís foreros de derechos, desde Sant Juan de junio de XCVIII fasta el otro; la casa que tiene Diego Lopes desde el dicho tiempo, dos ducados: DCCL maravedís; la casa que tiene Alfonso de Verlanga, otros dos ducados; la casa que tenía el organista Pierres, otros dos ducados; la casa que tenía Guillén de Rutia, otros dos ducados"; todas estas casas citadas configuraban la alineación este de la plaza de la Iglesia.


La relación prosigue consignando las casas que configuraban el frente sur de dicha plaza: "La casa de los corredores primera que tenía la fila de Guillén, quinientos maravedís; la otra casa que está al esquina que tiene agora el pintor, quinientos e cincuenta maravedís". Esta plaza se cerraba por el oeste con la casa de la Tesorería, restaurada por los mismos años que se configuraba la plaza, y por el norte con la entrada meridional a la catedral que a partir de 1499 se llamó puerta del Mercado.

Así pues, a finales de la Edad Media en Sigüenza coexistieron, como en la actualidad, dos plazas que querían ser consideradas como las principales de la ciudad. La presencia del mercado poco a poco confirió a la plaza de la Iglesia la categoría de plaza Mayor y arrebató tal categoría a la plaza Nueva. Pero, como antes dijimos, el Concejo seguntino pleiteó durante años para cambiar esta situación y curiosamente este eterno litigio con el Cabildo trajo unas consecuencias urbanísticas similares para ambas plazas, y fue el hecho de que para competir en la carrera por ser sede del mercado, ya en el siglo XVI, ambas duplicarían su superficie para ofrecer un mayor espacio para el desarrollo del mercado.


1 Los distintos tipos de documentos los iremos señalando en negrita a lo largo del trabajo.
2 Para profundidad sobre los diversos aspectos de la ciudad en esta época consultar mi tesis doctoral Urbanismo medieval y renacentista en la Provincia de Guadalajara: Sigüenza un ejemplo singular. 2 tomos. Editorial de la Universidad Complutense de Madrid, 1990.
3 Archivo Municipal Seguntino, Manuscritos, 1, 5.
4 Una variedad amplísima de documentos interesantes para el estudio de la ciudad de Sigüenza fue publicada por el obispo Toribio MINGUELLA Y ARNEDO en su obra Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus obispos; concretamente este documento lo incluyó en su t.. II, Coleción. Diplomática, num. CLXVII, p. 657.
5 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit.m, t. I, Colecc. Diplom., núm. CIL, pp. 620-625.
6 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. II, p.156, recoge el siguiente hecho fechado el 7 de febrero del citado año: "Estando el obispo asentado en juicio a la audiencia de las Vísperas en las gradas de la plaza Nueva, cerca del Alcázar de la dicha ciudad, oyendo y librando plaitos según que lo ha de uso y constumbre".
7 Este primer listado lo incluí en el Documento n. 16 de mi Tesis Doctoral, op. cit., t. II, pp. 1111-1134
8 La Universidad de Alcalá de Henares está llevando a cabo la restauración de dicha Casa del doncel y proximamente en ellas se impartirán algunos de sus cursos.
9 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. I, Colecc. Diplom., núm. CCVI, p.569. Como vemos también la documentación privada contribuye a nuestro estudio.
10 Citado por MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. II, p. 171
11 Dicho documento fue incluido en el tomo II del MINGUELLA, op. cit., Collec. Diplom., núm. CLXIX, pp. 660-661. Sobre las razones que condujeron al cardenal Mendoza a abrir la plaza de la Iglesia y trasladar a ella el mercado, del traslado hemos tratado en varias ocasiones con detalle, por ello, además de la tesis, se puede consultar el artículo:"La apertura de la plaza Mayor de Sigüenza por el Cardenal Mend profesor don José María Azcárate, en la revista de la Universidad Complutense de Madrid, t.4, 1993-4, pp. 173-180.
12Actas del Cabildo, vol.5, t. 12, fol. 169 vto.
13 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. II, Colecc. Diplom. Núm. CLXXL, pp. 663-664.
14 Para conocer mas datos sobre esta plaza consultar mi artículo "La apertura de la plaza Nueva de Sigüenza, actual plazuela de la Cárcel, en la primera mitad del siglo XV y su ensanche en el siglo XVI", en Academia, n. 78, primer semestre de 1994, pp. 439-464.
15 Consultar en el artículo reseñado en nota 11 los datos ofrecidos sobre este proceso.
16 Archivo Catedral de Sigüenza, Obra y Fábrica, t. I, fol. 3.