Pilar Martínez Taboada - Cronista oficial de Sigüenza. Dtra en Arte (UCM)
Articulo publicado en Anales seguntinos nº 17 (2001)
Para estudiar el urbanismo de los primeros siglos de la edad media,
aparte del análisis de los restos físicos: calles, murallas, puertas,
edificios singulares, etc., hemos de recurrir fundamentalmente, para
conocer datos concretos sobre su cronología, su historia o sobre los
mecenas que financiaron su construcción, a las Fuentes literarias de
carácter narrativo, ya sean históricas, como los Anales y las Crónicas,
o biográficas. Esto es debido al escaso número de Fuentes documentales
de archivo que conservamos de esta época. La situación cambia
radicalmente en la Baja Edad Media, ya que en ese momento, dada la
cantidad y variedad de dichas Fuentes documentales que poseemos, éstas
sustituyen prácticamente a las literarias en cualquier investigación
que se lleve a cabo.
En este trabajo vamos a evidenciar la trascendencia de las Fuentes
documentales para el estudio de una de las transformaciones
urbanísticas mas importantes del siglo XV, la apertura de las plazas
mayores en las ciudades castellanas, y en concreto de las existentes en
la ciudad de Sigüenza. Para ello vamos a combinar los documentos
conservados en el Archivo de la catedral seguntina con algún ejemplo
significativo de los existentes en el Archivo Municipal de la ciudad.

Tengamos en cuenta que Sigüenza en este siglo era un señorío episcopal,
ejercido tanto por sus obispos como por el Cabildo. Por ello las
decisiones que se tomaban en los cabildos catedralicios tenían una
transcendencia mayor que las que se adoptaban en las reuniones de
Concejo. Por esta razón las Actas del Cabildo nos ofrecerán mas datos
sobre la ciudad que las propias Actas del Concejo. Además, mientras que
las primeras Actas del Cabildo Conservadas en el archivo de la
catedral son de 1416, las primeras que han llegado hasta nosotros del
Concejo son de principios del siglo XVI, con lo cual exceden al marco
cronológico que hemos elegido para este trabajo.
A estas Actas añadiremos toda la amplia gama de documentos reales y
señoriales que conservamos en los citados Archivos y los datos que
precisemos extraídos tanto de los Libros del Dinero como de los Libros
de Obra y Fábrica catedralicios
1.
La recuperación de la vida urbana tras la crisis de mediados del
siglo XIV se va a expresar en las ciudades castellanas con la
revitalización de su actividad comercial y con la transformación
urbanística de los espacios dedicados a la misma. En Sigüenza, a
mediados del citado siglo, esta vida comercial se desarrollaba no solo
en la plaza del Mercado, ubicada a extramuros de la puerta del Hierro,
sino también en la plaza del Mercadillo, escotadura de la calle Jesús, y
en las casas tiendas y casas talleres de las dos Travesañas
2; vida comercial cada vez mas pujante sobre todo tras la
Concesión de una Feria anual
franca en tiempos de Juan I, concretamente el 30 de agosto de 1320,
respondiendo a la petición hecha por el obispo don Simón Girón de
Cisneros, señor de la ciudad. Esta concesión no sólo la confirmó Juan
II, en 1407, sino años después, en 1508, la reina doña Juana, y éste es
el documento concreto que se conserva en el Archivo Municipal
Seguntino
3.
En él podemos leer el siguiente párrafo:
“Sepan quantos esta
carta vieren, commo yo don Alfonso, por la graçia de Dios rey de
Castilla, de Toledo, de León, de Gallizia, de Sevilla, de Cordova, de
Murçia, de Jaen, del Algarbe e señor de Molina, porque don Simón,
obispo de Çigüença, me dixo que la su ciudad estaba en comarca de los
reynos de Castilla e de Aragón e de Navarra, y que avie y muy buen
logar para facer feria y que vienen muchas mercadurías de fuera de míos
reynos al dicho lugar de Çigüença y que se ennoblecería y se
enrriqueçería y sería muy grand mío servicio; e yo, veyendo esto que el
dicho obispo me dixo era pro del dicho logar, con conceio y con
otorgamiento de la reyna doña María mi ahuela e mi tutora, e porque el
dicho obispo me lo pidió por merçed y por los muchos servicios que me
fizo al rey den Fernando mío padre, que Dios perdone, e fizo e faze a
mí e a la reyna doña María mi ahuela e mi tutora; tengo por bien que en
dicho logar de la ciudad de Sigüença, que fagan feria una vez en el
año, e que se faga cada año siempre iamas ocho días antes de la fiesta
de Santa María de mediados de agosto e ocho días después, en manera que
dure la dicha feria quinze días; y que aya todas aquellas franquezas y
libertades que ha la feria de Alcalá, salvo ende el portalgo que es del
obispo e del Cabildo”.
Así pues el rey, para agradecer los servicios prestados a la corona
por el obispo don Simón, le concedió una feria, completamente franca,
salvo el portazgo del obispo y el cabildo, mediante la cual se
enriquecería su ciudad. Señalemos a continuación que los tenderetes que
en esta feria anual se montaban en Sigüenza no solo ocupaban la plaza
del mercadillo, sino que se disponían a lo largo de toda la Travesaña
Alta, desde la Puerta del Hierro a la calle Mayor, ubicándose el peso,
mediante el cual se evitaban los fraudes, muy cerca de la plaza Vieja,
actual plaza de San Vicente o del Doncel, como se nos recuerda en un
documento fechado el 3 de agosto de 1484, en el que se recogen las
Capitulaciones y Ordenanzas para la buena gobernación de la ciudad 4.
En uno de los párrafos de este documento, que como ocurre con el resto
de las Ordenanzas bajomedievales de las ciudades castellanas, es clave
para el análisis de la vitalidad económica de Sigüenza, podemos leer
que el peso tenía su sede en la
“postrimera tienda de la feria, que está cerca de la calle de los Arcedianos”, calla que tiene su inicio en la citada plaza.

Para entonces ya se había abierto en la misma Travesaña Alta una
nueva plaza y también por ella se extendería la feria. No es habitual
que las nuevas plazas medievales puedan ubicarse intramuros de las
ciudades, y la mayor parte de las veces, como es el caso de la plazuela
abierta delante de la Puerta del Hierro seguntina, se disponían a
extramuros de una de las puertas del recinto urbano; pero en Sigüenza
se produjeron a principios del siglo XV una serie de circunstancias que
permitieron el derribo de un número considerable de casas en pleno
corazón de la ciudad y que hicieron posible que el espacio vacío que
dejaron se pudiese abrir la llamada plaza Nueva, para diferenciarla de
la plaza Vieja, antes citada, ya existente en la misma travesaña.
Analicemos brevemente estas circunstancias. En primer lugar la ciudad tuvo que hacer frente a una
Orden Real,
concretamente a las disposiciones dadas por el rey Juan II en 1412,
respecto a la ubicación de la población judía en las ciudades de sus
reinos. En ese documento se ordenaba que todos los judíos de sus reinos
y señoríos viviesen apartados de los cristianos
“en un cérculo en
parte de la cibdad o villa o logar donde fueren vecinos, e que sean
cerradas las calles de las puertas enderredor, en guisa que todas las
puertas salga a dicho cérculo, e que dicho çerculo haya una puerta por
do se mande e non más. E que en el dicho çerculo moren los dichos judíos
e judías e non en otro lugar”5
Es decir, que se les ordenaba a los judíos dejar sus casas en el
interior de las ciudades y habitar extramuros de las mismas en un
barrio amurallado , en una judería murada.
En Sigüenza esta orden real pudo cumplirse sin tener que construir
un barrio de nueva planta, ya que existía por aquel entonces un nuevo
sector de la ciudad donde mucha familias judías estaban ya asentadas,
los alrededores de la perta del Hierro; un lugar que, además de estar
extramuros, se veía protegido por la muralla que se había alzado pocos
años antes para defender los arrabales occidentales de la ciudad, con
lo cual se cumplían perfectamente las condiciones impuestas por el
monarca. Y por esa razón fue allí donde se ubicó la nueva Judería y
donde se trasladaron a vivir los judíos que tuvieron que abandonar sus
casas de la Travesaña Baja, calle que hasta entonces había sido la sede
de la Judería seguntina. Muchas de ellas fueron compradas por el
Cabildo para arrendarlas mas tarde, por ello no faltaron en esta época
viviendas donde trasladar a los vecinos cuyas casas hubo de derribarse
para construir la plaza Nueva, que nació como alta escotadura de la
Travesaña Alta, muy cerca de la citada puerta del Hierro.
La plaza Nueva, aunque para entonces, como acabamos de constatar,
llevase construida varias décadas, aparece citada documentalmente en
1453, con motiva de un juicio que en ella se celebró en época del obispo
Luján
6. Y ambas plazas, la Vieja y la Nueva, se reseñan en el
Primer Libro del Dinero,
conservado en el Archivo catedralicio, fechado en 1477. Estos libros
se llamaban así porque en ellos se apuntaba anualmente el dinero que se
recaudaba de las rentas de todo tipo que poseía el Cabildo y por ello,
también año a año, se registraba en ellos el listado de las casas que
dicho Cabildo poseía en la mayoría de las calles de la ciudad,
indicando quien las habitaba y que pagaba por ello
7.
Entre las casas citadas bajo el epígrafe “Cal de los Arçedianos”
aparecen reseñadas, en este primer libro, las ubicadas en la plaza
Vieja de la siguiente manera:
“Yten, las casas que está en el mismo
cantón de la plaça Vieja, que solía morar Alfonso Martines, barvero, e
son dos pares, e solía pagar de en çenso cada año çiento e çinquenta
maravedís, e después partiéronse, tiene las primeras del cantón Diego
de Lusio, e paga cada año setenta e cinco maravedís”. “Yten, las otras
casas conpañeras de éstas, que solía tener el dicho Alfonso Martínes,
barvero, que están entre éstas e las del señorcomendador Ferrando de
Arse, tiénelas Pedro el barvero a en çenso, cada año por otros setente e
cinco maravedís”.
La casa del comendador que se cita es la famosa Casa del Doncel, don
Martín Vázquez de Arce, su hijo, que aún hoy día preside esta plaza
Vieja, llamada populamente, como antes señalamos, plaza del Doncel o
plaza de San Vicente
8.
En cuanto a la nueva plaza y bajo el epígrafe “Plaza Nueva”, entre otras casas se reseñan las siguientes:
“Yten,
otras casas más arriba del Alcaldía, en la dicha plaça, tiénelas
Ferrando Lagunes, çapatero, a en çenso, cada año por çiento e ochenta
maravedís. A faser en ella çier(tos) edefiçios”. He elegido esta
casa por la referencia a que la Alcaldía, o sea la casa del Concejo,
estaba por aquel entonces ubicada en la plaza Nueva, cuando siempre,
antes de su apertura, estuvo instalada en una casa de la plaza Vieja.
Respecto a este hecho, la primera noticia documental que tenemos
aparece en la
Donación de casas que el 1 de febrero de
1254 hicieron Pedro Felices y su mujer al Cabildo, indicándose en ella
que les daban las casas que tenían
“en Sigüença, en Conceio delant Sant Bicent”9.
De igual modo, el mercado semanal que a principios del siglo XV se
celebraba, como dijimos antes, a extramuros de la puerta del Hierro,
desde que se abrió la plaza nueva se trasladó a la misma, y de esta
manera la nueva plaza adquirió sucesivamente todas las funciones de una
plaza mayor.
Fue el Cardenal Mendoza quien logró que este mercado semanal fuera franco como lo era anualmente su feria, obteniendo ese
Privilegio, fechado el ocho de marzo de 1468 del rey Enrique IV
10. Años mas tarde este hecho se recuerda en uno de los párrafos de las citadas
Ordenanzas de 1484, en el que se apunta que fue el rey Enrique IV por petición del Cardenal quien
“franqueó
e liberó de todo tributo e alcabala e otras exacciones los mercados de
esta cibdad los días de los miércoles, e así mismo la feria que se
acostumbra facer por santa María de Agosto”.
Años después, concretamente el 15 de abril de 1494 el mismo
Cardenal Mendoza será quien tome una decisión trascendental para el
futuro de la plaza Nueva, pues ordena mediante una
Provisión
el traslado del mercado desde esta plaza a la plaza de la Iglesia que
el mismo había mandado abrir frente a la fachada meridional de la
catedral
11. Pocos días después, exactamente el día 27, el Cabildo se hacía eco de esta orden en su reunión ordenando
“que
por quanto el Cardenal nuestro señor a mandado faser el mercado a la
puerta de esta iglesia en la plaça de ella, e porque es cosa desonesta
que ayan de salir fuera al mercado con sobrepelliz los benefiçiados,
ordenaron los dichos señores del Cabildo e mandaron que ningund señor
benefiçiado de la dicha iglesia salga al dicho mercado con sobrepelliz,
so pena del punto de aquel día syn remisión alguna” 12; dato que queda recogido en las
Actas del citado día.
A partir de ese momento la plaza Nueva empieza a perder parte de su
entidad como plaza mayor y sus alrededores ven como la vitalidad
comercial que los definía comienza también a declinar; por ello, el
Concejo seguntino no cejó en solicitar que el mercado volviese a
celebrarse en dicha plaza; primero, a la muerte de Mendoza, al nuevo
obispo, don Bernardino López de Carvajal, como podemos constatar en la
Petición que le enviaron el 22 de mayo de 1495, en la que le ruegan que el mercado vuelva
“a
do siempre fue, para bien de la república, pues que está entre comedio
de la dicha cibdad y no cabo de ella como agora está”,
(recordemos que la plaza Nueva estaba en el corazón de la ciudad y la
plaza de la Iglesia se había abierto en su extremo noreste)
13;
y al no conseguir su propósito, años mas tarde, pleitearon en las mas
altas instancias del estado. A pesar de todo ello el Concejo nunca
consiguió que la orden se revocase.
Sin embargo la plaza Nueva continuó durante siglos siendo el marco
de la vida concejil seguntina, pues en ella se construyó a finales del
siglo XV el nuevo Ayuntamiento y mas tarde la cárcel, razón por la cual
a esta plaza se la conoce en la actualidad como “Plazuela de la Cárcel”
14.
Para conocer con detalle las primera fases constructivas de la
plaza de la Iglesia a la que Mendoza trasladó el mercado, la actual
Plaza Mayor seguntina, se deben combinar no solo los datos de las
Actas del Cabildo sino los reseñados en los
Libros de Obra de Fábrica 15,
pues fue el canónigo obrero de la catedral, don Fernando de Coca, el
encargado de supervisar las obras de la construcción de las casas que
configuraron la citada plaza, cuyos alquileres revertían anualmente en
dicha Obra y Fábrica. Por ello, cada año, en los citados libros se
incluía la lista de casas de la plaza de la Iglesia y las rentas que se
cobraban por cada una de ellas.
La primera relación que se posee de las casas de la Obra en la plaza de la Iglesia está inserta en el
Primer Libro de Obra y Fábrica
de la catedral, en el que se recogen las partidas correspondientes al
periodo que media entre el 1 de julio de 1489 y el 30 de junio de 1499
16; y en ella podemos leer lo siguiente:
"La
casa que yo el obrero tengo, mill maravedís foreros de derechos, desde
Sant Juan de junio de XCVIII fasta el otro; la casa que tiene Diego
Lopes desde el dicho tiempo, dos ducados: DCCL maravedís; la casa que
tiene Alfonso de Verlanga, otros dos ducados; la casa que tenía el
organista Pierres, otros dos ducados; la casa que tenía Guillén de
Rutia, otros dos ducados"; todas estas casas citadas configuraban la alineación este de la plaza de la Iglesia.
La relación prosigue consignando las casas que configuraban el frente sur de dicha plaza:
"La casa de los corredores primera que tenía la fila de Guillén,
quinientos maravedís; la otra casa que está al esquina que tiene agora
el pintor, quinientos e cincuenta maravedís". Esta plaza se
cerraba por el oeste con la casa de la Tesorería, restaurada por los
mismos años que se configuraba la plaza, y por el norte con la entrada
meridional a la catedral que a partir de 1499 se llamó puerta del
Mercado.
Así pues, a finales de la Edad Media en Sigüenza coexistieron, como en
la actualidad, dos plazas que querían ser consideradas como las
principales de la ciudad. La presencia del mercado poco a poco confirió
a la plaza de la Iglesia la categoría de plaza Mayor y arrebató tal
categoría a la plaza Nueva. Pero, como antes dijimos, el Concejo
seguntino pleiteó durante años para cambiar esta situación y
curiosamente este eterno litigio con el Cabildo trajo unas
consecuencias urbanísticas similares para ambas plazas, y fue el hecho
de que para competir en la carrera por ser sede del mercado, ya en el
siglo XVI, ambas duplicarían su superficie para ofrecer un mayor
espacio para el desarrollo del mercado.
1 Los distintos tipos de documentos los iremos señalando en negrita a lo largo del trabajo.
2 Para profundidad sobre los diversos aspectos de la ciudad en esta época consultar mi tesis doctoral Urbanismo medieval y renacentista en la Provincia de Guadalajara: Sigüenza un ejemplo singular. 2 tomos. Editorial de la Universidad Complutense de Madrid, 1990.
3 Archivo Municipal Seguntino, Manuscritos, 1, 5.
4 Una variedad amplísima de documentos interesantes para el estudio de la ciudad de Sigüenza fue publicada por el obispo Toribio MINGUELLA Y ARNEDO en su obra Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus obispos; concretamente este documento lo incluyó en su t.. II, Coleción. Diplomática, num. CLXVII, p. 657.
5 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit.m, t. I, Colecc. Diplom., núm. CIL, pp. 620-625.
6 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. II, p.156, recoge el siguiente hecho fechado el 7 de febrero del citado año: "Estando el obispo asentado en juicio a la audiencia de las Vísperas en las gradas de la plaza Nueva, cerca del Alcázar de la dicha ciudad, oyendo y librando plaitos según que lo ha de uso y constumbre".
7 Este primer listado lo incluí en el Documento n. 16 de mi Tesis Doctoral, op. cit., t. II, pp. 1111-1134
8 La Universidad de Alcalá de Henares está llevando a cabo la restauración de dicha Casa del doncel y proximamente en ellas se impartirán algunos de sus cursos.
9 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. I, Colecc. Diplom., núm. CCVI, p.569. Como vemos también la documentación privada contribuye a nuestro estudio.
10 Citado por MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. II, p. 171
11 Dicho documento fue incluido en el tomo II del MINGUELLA, op. cit., Collec. Diplom., núm. CLXIX, pp. 660-661. Sobre las razones que condujeron al cardenal Mendoza a abrir la plaza de la Iglesia y trasladar a ella el mercado, del traslado hemos tratado en varias ocasiones con detalle, por ello, además de la tesis, se puede consultar el artículo:"La apertura de la plaza Mayor de Sigüenza por el Cardenal Mend profesor don José María Azcárate, en la revista de la Universidad Complutense de Madrid, t.4, 1993-4, pp. 173-180.
12Actas del Cabildo, vol.5, t. 12, fol. 169 vto.
13 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. II, Colecc. Diplom. Núm. CLXXL, pp. 663-664.
14 Para conocer mas datos sobre esta plaza consultar mi artículo "La apertura de la plaza Nueva de Sigüenza, actual plazuela de la Cárcel, en la primera mitad del siglo XV y su ensanche en el siglo XVI", en Academia, n. 78, primer semestre de 1994, pp. 439-464.
15 Consultar en el artículo reseñado en nota 11 los datos ofrecidos sobre este proceso.
16 Archivo Catedral de Sigüenza, Obra y Fábrica, t. I, fol. 3.