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domingo, 30 de octubre de 2022

El reloj de la Catedral de Sigüenza

 Reportaje y entrevistas del año 1987

    - El reloj pesa algo menos de seiscientos kilos Está compuesto de materiales de gran solidez. Es de suponer que el reloj dure una buena serie de años...

    - Nuestra empresa-Casa Blasco-, de Roquetes (Tarragona)- trabaja artesanalmente en relojes. Llevamos ya muchos años de producción.

- ¿Han restaurado recientemente algún reloj para otras catedrales?
- Si, si: para la Seo de Lérida... no hace mucho que a la catedral de Tortosa le restauramos también el reloj.

- ¿En la provincia de Guadalajara es esta la primera vez que trabajan?
- No, no. ¡qué va! ¿Cuántos pueblos hay en la provincia?...

- Cuatrocientos cincuenta.
- Pues en la mitad de ellos, seguro que hemos trabajado.

- ¿Y aquí, en Sigüenza?
- Si, si, también... El reloj del edificio del antiguo Banco de Aragón lo hicimos nosotros. Eso si hace ya muchos años...

- 25 años hace.
- ¿Cómo lo sabe tan seguro?

- Alli vivo yo desde que se construyó el edificio. Y hace ya veinticinco años.
Bueno, una última pregunta-penúltima. Mejor
¿están contentos con su trabajo?
- ¿Qué quiere que digamos nosotros...?
Pensamos que se ha trabajado en serio... Nuestra empresa está muy ducha en estos temas.


(Esta es parte de la conversación que mantuvimos con dos técnicos de Casa Blasco-, de Roquetes (Tarragona) el pasado 17 de febrero. Es la empresa que ha restaurado el reloj catedralicio. historia sobre la que versará este reportaje ya iniciado. Historia, que en su último tramo comienza un 30 de agosto y concluye en un frio 20 de febrero de 1987).

Rejoj de Catedral de Sigüenza


LA RESTAURACION DEL RELOJ: PRIMER OBJETIVO DE LA ASOCIACION DE AMIGOS DE LA CATEDRAL

    Dicho queda: la última parte de la historia es reciente. Nació en la primera reunión de la Junta Directiva de la Asociación de Amigos de la Catedral de Sigüenza, también recién alumbrada. En ella, se decide acometer la reforma del reloj catedralicio que estaba profundamente resentido y dañado con el paso del tiempo.

    La segunda fecha de esta historia son los dias 22 y 23 de octubre. Tras haber contactado y llegado a un acuerdo con la Empresa Blasco, dos técnicos de la misma, llegan a Sigüenza a des- montar el reloj, embalarlo y enviarlo a los talleres de dicha firma.

    Previamente, la Asociación de Amigos de la Catedral anunció su propósito y recabó fondos para su financiación. Se pusieron anuncios en distintos establecimientos de Sigüenza solicitando la colaboración voluntaria; el correo también funcionó, y se curso una solicitud de ayuda a la Diputación Provincial, que respondió con una aportación de 350.000 ptas.

    Mientras tanto, durante cuatro meses, uno de los sonidos más caracteristicos de Sigüenza, enmudecía. Su reloj -el reloj de Sigüenza- dejaba de marcar las horas. Seguro que en la zona próxima a la catedral la ausencia se hizo especialmente sensible. Todos apreciabamos que algo faltaba a nuestra ciudad.

Abside

- Pero, ¿por qué hubo que reparar el reloj de la catedral?
- En los últimos años, su maquinaria, magnificamente conservada en lo fundamental, se habia ido deteriorando progresivamente en sus elementos accesorios. Esto estaba produciendo notables desajustes, que aconsejan su restauración, antes de que el mal fuese más grave.
Y así las cosas, la Asociación de amigos de la Catedral toma la iniciativa de restaurarlo, y tras el visto bueno del Cabildo, y posteriores gestiones, se encomienda su trabajo a la casa especializada BLASCO, de Roquetes (Tarragona).


- ¿Desde cuando estaba en funcionamiento el reloj que ahora ha sido restaurado?
- Data de los primeros meses de 1911. Su fabricación era de origen francés. Las características más sobresalientes son: autonomía en la cuerda para treinta horas; sonería de las mismas con repetición y los cuartos a dos golpes sobre dos campanas de distinto tono, teniendo las ruedas primarias o imperiales de las sonerías 66 centímetros de diámetro en bronce de primera calidad, con los piñones y los ejes de acero. Era un reloj extraordinario. Es mejor dicho- pues ahora sólo hemos acometido su reparación.

- ¿Consta el importe y el autor de este reloj?
- Sí, sí. El autor es el relojero seguntino, D. FEDERICO PASTORA. Y el importe ascendió a 4.572 ptas. Hace ya 76 años...

- Es de suponer a esta cifra que acabas de referir, se le añadirán ahora varios ceros a la derecha...
- Sí, sí... El presupuesto es de 600.000 ptas. Va a ser es -ya de hecho- el primer objetivo de la Asociación de Amigos de la Catedral, creada en el mes de Agosto pasado.




FEBRERO DE 1987. LA CATEDRAL REESTRENA SU RELOJ

El 17 de febrero llegaban los técnicos para la instalación del reloj, que estaba en Sigüenza desde el viernes 13 de febrero. Comenzaba la cuenta atrás de esta pequeña historia. Durante esta gélida y nevada semana de Febrero, se instalaria y acondicionaría adecuadamente. El montaje del reloj en su maquinaria, sincronización, equipo electrónico, pintura de esfera y demás trabajos se realizarían, de suerte que el 20 de febrero de 1987 Sigüenza volvía a recuperar su sonido más acusado, parte de su propia identidad. Sus gentes empezaron a hablar de la potencia sonora del viejo reloj y de su puntualidad... Volvía el reloj a su lugar y su presencia en el ser y acontecer seguntino.

Juan José Asenjo, nuestro necesario interlocutor de este reportaje.

- ¿qué número hace este reloj en la historia de los relojes de la catedral de Sigüenza?

- Con certeza, no podemos saberlo. Una serie de datos y cavilaciones históricas, nos permiten suponer que la llegada a Sigüenza del reloj mecánico debió ser muy temprana. Con Pérez Villamil, podemos afirmar que en torno a finales del siglo XIII o comienzos del XIV Sigüenza contaría con su primer reloj mecánico.

- ¿Podemos imaginar como sería este primer reloj?

- Si. Pero antes debo decir que el emplazamiento primitivo del reloj fue la torre del Santisimo y no su actual lugar en la torre de las campanas, a la que fue trasladado el primitivo reloj catedralicio a mediados del siglo XVI.

- ¿Que cómo sería?

- Análogo a los que por aquellos años comenzaron a instalarse con profusión en las catedrales e iglesias de Europa. Me refiero a los antiguos relojes mecánicos sin péndulo. Carecían de esfera exterior y las señales horarias eran dadas a mano, solamente en horario diurno. Además, estas horas no eran las correspondientes al tiempo civil, sino a las de las horas canónicas.



En fin, estas son las grandes líneas de la pequeña historia del reloj de la catedral seguntina.
Su restauración, como ya hemos repetido, es el primer logro de su Asociación de Amigos. ¡Larga y fecunda vida a ambos!


Jesús de las Heras Muela
Revista ABSIDE n.º 1 "Reportaje - pags. 19 y 20"


martes, 8 de noviembre de 2016

El Púlpito del Evangelio en la catedral de Sigüenza

El púlpito plateresco o del Evangeliocincelado entre 1572-73 por el artista seguntino Martín de Vandoma y restaurado ejemplarmente después de la Guerra Civil por el escultor segoviano Florentino Trapero.

Martín de Vandoma, seguntino

A juicio de Villamil, el apellido Vandoma es de inequívoco origen flamenco (Van Domme). Bien pudiera ser también de estirpe francesa (Vandomme). Con todo, es seguro que Martín de Vandoma nació en Sigüenza hacia 1515. Muy probablemente fue en nuestra ciudad donde adquirió su formación artística, pues era Sigüenza en aquella época un centro de cultura de mayor rango de lo que podía esperarse de su corto número de habitantes.

En los años de juventud de Vandoma se llevaban a cabo en la Catedral importantes obras platerescas en la capilla del Doncel y en el retablo de Santa Librada y mausoleo de D. Fabrique. No es aventurado pensar que ellas fueron el palenque en el que se moldearon las innatas cualidades artísticas de nuestro escultor y arquitecto.

La primera mención explícita de Martín de Vandoma que encontramos en las Actas Capitulares data del 13 de septiembre de 1554, pocos días después de la muerte del maestro Durango. En dicha fecha el Cabildo nombra a Vandoma maestro mayor de la iglesia y responsable principal de la obra de la sacristía mayor que ya había iniciado su construcción. Terminadas las obras de fábrica en 1561, incluida la célebre bóveda de las Cabezas, de fama universal, recibió el encargo de su ornamentación. A su cincel se debe la puerta de la sacristía y las dos cajonerías situadas a continuación de la capilla de la Capilla del Espíritu Santo o de las Reliquias, obra en la que, a juicio de Azcárate Ristori, también intervino.

Para la Catedral labró además en 1574 cuatro sillas del coro capitular, imitando el estilo gótico original de tiempos del Cardenal Mendoza. A su traza y cincel se deben también varios estimables retablos de algunas parroquias de la antigua Diócesis de Sigüenza, entre ellos el de la iglesia parroquial de Caltojar (Soria), pues en una cartela del mismo se lee que lo hizo Martín de Vandoma, natural de Sigüenza, ayudado por su yerno Jerónimo de Montoya. De su taller proceden, sin duda, los armoniosos retablos de Pelegrina y Cortes de Tajuña y los de las iglesias sorianas de Alentisque, Aguaviva y Ambrona, este último hoy en el museo Diocesano de Burgo de Osma. Y es seguro que Vandoma intervino también en la talla del coro, los púlpitos y la reja de madera de nogal de la colegiata de Berlanga de Duero, obra acabada por su discípulo Vicente Marcos.

El púlpito del Evangelio

Martín de Vandoma falleció en 1577. Su obra maestra, a juicio de Tormó y Monzó, es sin embargo, el mencionado púlpito del Evangelio, que también podríamos denominar «de la Pasión», pues la Pasión del Señor es el tema exclusivo de sus cinco espléndidos tableros. Iniciada el 5 de mayo de 1572 y finalizada el 19 de octubre de 1573, su estilo se inscribe en los cánones estéticos del arte plateresco, del que tantos y tan bellos ejemplos encontramos en nuestra Catedral. D. Aurelio de Federico Fernández, canónigo archivero jubilado, que tantos méritos tiene contraídos con ella, describiría así el púlpito en 1954: «sobre cilíndrica columna con sencilla basa clásica, fuste estriado, de estrías rellenas en su mitad inferior, y bello capitel jónico-corintio, álzase un cuerpo formado por dos molduras que limitan una corona de cabecitas infantiles provistas de doble y desigual par de alas, que sostiene un cuerpo troncocónico, en que aparecen alternados los escudos del Cabildo y cuatro niños desnudos como sosteniendo el peso del púlpito; encima y apoyada en ménsulas, aparece la cornisa en que se apoya la cátedra. Es de sección octogonal y en sus cinco tableros reales presenta altorrelieves con escenas de la Pasión: Prendimiento, Jesús ante Caifas, ante Pilato, insultado por los soldados y expuesto al pueblo por Pilato; separadas entre sí por bellos atlantes, que se prolongan por abajo en pilastras decrecientes decoradas con grutescos».

La restauración del escultor Trapero

Son bien conocidos los acontecimientos de octubre de 1936 en lo que respecta a la historia de la conservación de nuestra Catedral. Como consecuencia de dichos acontecimientos, el púlpito del Evangelio quedó reducido a un montón de trozos de alabastro. De su restauración se encargó, por deseo expreso del arquitecto director, Antonio Labrada, el escultor Florentino Trapero, nacido en 1893 en Aguilafuente (Segovia) y de cuyo nacimiento en consecuencia se cumple este año su centenario. En próximos números de ABSIDE habrá ocasión de perfilar su biografía y glosar los méritos de Trapero como escultor y su contribución de la epopeya de la restauración catedralicia. Baste ahora decir que la decisión de Labrada, fundamentada en la perfección de trabajos anteriores realizados por el escultor en la Catedral a partir de julio de 1943, no pudo ser más afortunada.

La restauración completa del púlpito se llevó a cabo entre 1947 y 1950. Duró exactamente dos años y medio, es decir, casi el doble que la ejecución primigenia de Martín de Vandoma. Ello nos indica las enormes dificultades que el artista restaurador hubo de vencer. Según las notas manuscritas que Trapero entregó al autor de este artículo dos años antes de su muerte, acaecida el 4 de agosto de 1977, la primera tarea que hubo de realizar antes de proceder a una restauración, que muchos juzgaban imposible, fue situar sobre cinco paneles de madera los trozos de alabastro conservados con el fin de recomponer las diversas escenas de la Pasión. El resultado final de esta operación no pudo ser más decepcionante. Contemplando ahora las fotografías de los paneles aludidos, comprobamos que faltaban trozos enteros de alabastro, en algunos casos de hasta cuarenta centímetros. Y lo que quedaba, en un estado deplorable por mutilaciones y desperfectos.

La operación siguiente fue tratar de reunir documentación suficiente que mostrase la obra en su estado anterior, tal y como salió de las manos de Martín de Vandoma. Por fortuna, el catedrático Sr. Archilla facilitó al restaurador una buena colección de fotografías del púlpito. Por su parte, el canónigo D. Francisco Box Blasco le proporcionó un vaciado en escayola. Hizo además «muchísimos estudios -son sus palabras- del vaciado de esta obra que hay en el Museo de Reproducciones de Madrid».

A continuación, el Sr. Trapero hubo de trasladarse «a Cogolludo con obreros de la Catedral para encontrar y arrancar alabastro igual al antiguo», pues de aquella zona procedía el alabasto primitivo. E inmediatamente comenzó la restauración que exigió el tallado y colocación de más de seiscientas piezas perfectamente localizables por no haber sido patinadas. «A sí se aprecia mejor -matiza el escultor- la propiedad artística con que hice este trabajo».

La restauración afectó a todo el conjunto escultórico. Hubo de incrustar piezas de la basa, en los extremos inferior y superior del fuste, en el arranque y en otros puntos del bello capitel jónico-corinteo, en las molduras que descansan sobre aquel, debiendo tallar además sostener la gran cornisa sobre la que se asientan los tableros de la cátedra. En dicha cornisa y en las quince ménsulas inferiores se aprecia con toda nitidez el trabajo de orfebre que hubo de realizar nuestro artista.
varias de las cabezas de querubines que forman como un collar sobre el que se alza el capitelón. La repisa octogonal que lo inicia lleva también varias piezas nuevas, así como los cuatro niños desnudos y de cuerpo entero y los cuatro escudos del Cabildo que parecen

Centrándonos ya en los cinco tableros de la Pasión, que miden setenta y cuatro por treinta centímetros y que son, sin duda, la parte más importante de la cátedra, siguiendo casi al pie de la letra las notas manuscritas del restaurador, enumeramos de izquierda a derecha los elementos escultóricos que faltaban y que fueron tallados por el Sr. Trapero:

1. El prendimiento
En este tablero esculpe Martín de Vandoma con singular maestría dos hechos de la Pasión que no fueron simultáneos sino sucesivos: el beso de Judas y el milagro de Jesús restituyendo a Malco, criado del pontífice, la oreja cortada por Pedro. El Sr. Trapero labra y ensambla en este panel, cinco cabezas, dos brazos con sus manos, un escudo, dos antorchas, ocho lanzas, una bandera, un angelito horizontal en el friso, un capitel, todo el cuerpo del atlante y varios adornos en la parte inferior del tablero.

2. Jesús ante Caifás
En primer plano aparecen las figuras de Jesús y de Caifás, sentado esté en lujosa silla curul, mientras Jesús permanece en pie con los brazos atados escuchando con un rostro lleno de dulzura y serenidad las provocaciones del sumo sacerdote. En el fondo se perciben algunas cabezas de gran expresividad que reflejan curiosidad ante la escena. El restaurador creó para este tablero la cara de Caifás. Un pie y el cetro, tres cabezas de soldados y de un ministro, un pie y la base de Jesús, varias piezas en el fondo, el baldaquino y una lanza, el brazo izquierdo, un hombro del atlante y un capitel.

3. Jesús conducido al tribunal de Pilato
En es tablero Martín de Vandoma elige el momento en que la comitiva pasa ante el templo de Jerusalén. Jesús va desnudo con las manos atadas a la espalda. También aquí junta el artista dos escenas en una, pues aparecen los sayones blandiendo sus fustas sobe el cuerpo de Jesús, por lo cual el restaurador no se equivoca cuando titula este panel «la flagelación».
En este caso, las piezas creadas por el escultor Trapero son las siguientes: la cabeza, un hombro, las caderas, el cubrepurezas y las piernas del Señor; la cabeza, mano derecha, piernas y pies del sayón de la izquierda; dos capiteles y la arquitectura del fondo izquierdo; los cuatro brazos y los dos capiteles de los atlantes; la base, cabeza y pliegues del atlante izquierdo; una cabeza de angelito y un escudo en el friso.

4. Los soldados se mofan de Jesús
En este tablero aparece Jesús semisentado sobre un escalón del patio del Pretorio y mientras un soldado le maltrata de hecho con un látigo, otro le maltrata de palabra en cuclillas ante él en actitud de burla. A juicio de Pérez Villamil, «las cuatro figuras principales de este cuadro son, tal vez, las mejores de toda la obra».
El Sr. Trapero esculpió para esta escena un brazo, una pierna y un pie del Señor; dos cabezas de sayones, tres brazos y dos pliegues de los mismos; la cabeza, un brazo, una mano, torso, y pliegues del atlante; un capitel, dos cabezas de querubines y un escudo en el friso.

5. Ecce Homo
Es el tablero más complejo de todo el predicatorio por el abigarramiento de las figuras. A la derecha aparece Cristo en actitud mansa y resignada. Detrás, Pilato con la cabeza levantada mira al pueblo judío en ademán de pedir el indulto. A la izquierda, varias cabezas del pueblo y en primer término uno de los sacerdotes instigadores del acontecimiento. En el fondo se ve el palacio del Pretorio y, asomado a una ventana, un individuo que mira con curiosidad el desenlace.

La labor del restaurador en este panal consistió en labrar una cabeza entera de niño, otra media, la cartela y un querubín, todo ello en el friso; el brazo izquierdo, el capitel, tórax y pliegues de la pilastra; los dos brazos, piernas y caderas de Jesús; la cabeza y un dedo de Pilato; el cuerpo, la mano derecha y los pliegues del sacerdote; cuatro cabezas, la espalda, un tórax y una mano en las figuras de la izquierda y la cabeza del sujeto que se asoma a la ventana.
Es de advertir que se han enumerado solamente las piezas más significativas talladas para el hermoso púlpito de Martín de Vandoma, joya de nuestra Catedral. No se mencionan otras muchas, menos importantes, pero necesarias, para recomponer la obra, que una vez terminada, sigue siendo una de las más admiradas de la Catedral de Sigüenza. El ensamblaje de todas ellas, según nos informa el restaurador en sus notas manuscritas, le exigió enorme trabajo y una paciencia y meticulosidad a toda prueba.

Ni que decir tiene que la restauración del púlpito del Evangelio es el trabajo más meritorio de todos los realizados por D. Florentino Trapero en Sigüenza. Es su obra por antonomasia, propia no sólo de un hábil restaurador, sino de un verdadero artista por la perfección del conjunto y el primor de cada uno de los detalles. En ella hubo de solucionar muchísimos problemas porque se trataba de recrear una obra de arte a partir de fragmentos inconexos. Que lo consiguió, es algo que no se puede dudar. Es lógico, pues, que se sintiera legítimamente orgulloso de esta obra. No le faltaba razón, por tratarse además de una joya escultórica que, si la Catedral de Sigüenza no tuviera otras, bastaría para merecer lugar preeminente en la historia del arte español, según la autorizada opinión de Pérez Villamil.

Excmo. y Rvdmo. D. Juan José Asenjo Pelegrina Sr. Arzobispo coadjutor de Sevilla
Articulo publicado en la revista Abside nº 18 (Diciembre 1992)