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martes, 1 de noviembre de 2022

Sobre el nombre de Sigüenza *

Anales Seguntinos, Num. 5 - 1988

(*) Recesión del opúsculo editado en 1973 por el Excmo. Ayuntamiento seguntino.

Manuel FERNÁNDEZ-GALIANO FERNÁNDEZ (†)
Académico electo

    A mi maestro y amigo Antonio García y Bellido, autoridad única en la Hispania antigua, que es quien debía haber escrito realmente estas notas y que por desgracia ya no las leerá.


    ¡Escuchar, seguntinos! No os entretendré mucho. Dedicadme diez minutos, diez breves minutos robados al sano barullo vital de vuestras fiestas. Permitidme una corta orgía de nombres y citas. Es necesario. Sólo en el disfrute total de vuestra personalidad podréis manifestaros y gozar como hombres y mujeres de Sigüenza durante los días más felices del año. Sólo conociéndolos bien, con los puntos cardinales de vuestra vida e historia firmemente prendidos en vuestras almas, llegaréis a saber quiénes sois; sólo sabiendo de dónde venís seréis capaces de planear adónde vais. Porque lo que sois lo sois no únicamente por lo que sois, ni por lo que pensáis ser, y ojalá llegue el más brillante de los futuros; sino también por lo que habéis sido. Sigüenza fue una gran ciudad, no tan grande por su bulto ni por su población como por sus hechos; los testimonios no son abundantes, pero existen; y uno de ellos es vuestro propio nombre. Que estas fiestas os dejen, entre tantas otras cosas, el noble orgullo de conocer vuestro nombre insigne y claro. Habrá valido entonces la pena de recorrer esta salvaje selva de datos farrangosos. Nomen est omen, el nombre es augurio, pero también timbre de identidad. Y, como dijo el poeta, los hombres no somos islas, sino penínsulas unidas al hilo inmeso de nuestros antepasados por el istmo de la Historia.


    Estrabón, el geógrafo contemporáneo en parte de Jesucristo, dice en griego, al describir los ríos de Cetiberia (III 4, 12), que el Duero pasa cerca de Numancia y Serguntia.


    Aquí hay ya nada menos que tres problemas: el hecho innegable de que el Duero está bastante lejos de nuestra ciudad y la r y la u del propio topónimo. La segunda entiendo que cabe explicarla por analogía del nombre de Sagunto sobre un posible Sergontia, y con ello comenzaría una larga serie de confusiones que llegará hasta Alfonso el Sabio, donde encontraremos el de Siguenza aplicado a Sagunto en relación con el famoso asedio (de cuemo ell emperador Annibal passo a Espanna e destruxo Sigüença...).

Tito Livio, historiador latino de la época de Estrabón, apunta, hablando del 210 a. J.C. (XXVI 20, 6), que el cartaginés Asdrúbal durante la segunda guerra Púnica, invernó aquel año cerca de Sagunto. Como hay otras fuentes que nos informan de su estancia en los territorios de los Carpetanos o de los Celtíberos, y Sigüenza venía a estar en los límites de unos y otros, se ha pensado que tiene que haber error de Livio, o de sus copistas, y que donde inverno realmente el hermano de Aníbal fue en esta ciudad, menos apta ciertamente para temporadas invernales.


Pueblos Preromanos - Segontia

    Quince años más tarde ya está en España el célebre Catón el Censor, escritor y político de primera fila. Es difícil, siempre según Livio (XXXIV 19, 10), sojuzgar a los indómitos Hispanos: Catón asedia la ciudad celtibérica, pero no consigue nada y tiene que volver hacia el Ebro. Otra vez la duda: el historiador habla de Saguntia, ciudad que, como diré, existió realmente, pero todo hace pensar en otra contaminación influida por el nombre de Sagunto. La ubicación geográfica nos lleva más bien a Sigüenza, y es realmente confortante que en tiempos hayamos podido nada menos que con Catón.


    En el siglo I después de J.C., la Historia natural de Plinio el Viejo, famoso escritor romano, comenta ya (III 27) las frecuentes equivocaciones de este tipo al hablar de las seis ciudades más importantes de los Arevacos, pobladores del territorio que circunda a Numancia: son Segovia, Nova Augusta (entre Numancia y Segovia sin que podamos localizar más; o quizá, si es la misma que Augustóbriga, Muro de Agreda, Soria), Termes (o Termancia, cerca de la ermita de Santa María de Tiermes, en las proximidades de Montejo de Liceras, Soria), Clunia (Coruña del Conde, Burgos) y Secontia y Uxama (Osma, Soria), agregándose, respecto a las dos últimas, que estos nombres frecuentemente son utilizados tambien para otras localidades. La c de este nombre de nuestra ciudad no resulta grave problema, pues es oscilación normal: luego veremos otra Secontia en que probablemente late el mismo topónimo y cuya existencia demuestra la aguda observación de Plinio.


    En el 75 a. J.C., el valeroso Sertorio inició con éxito una batalla contra el gran Pompeyo dando muerte a su cuñado Cayo Memio, el cuestor, pero luego, ante la reacción de Metelo, el rebelde hubo de refugiarse en Clunia. También sobre el escenario del combate hay dudas. El griego Plutarco, autor, entre los siglos I y II d. J.C. de una biografia de Sertorio, dice (Sert. XXI 1) que la batalla se dio en las llanuras de los seguntinos. Qué llanura podían ser éstas? Quizá los altos de Baraona, o tal vez los de la actual carretera general. Por otra parte, observamos que también Plutarco se habría dejado influir por la analogía de saguntino al escribir este gentilicio, fielmente conservado hasta hoy. Algo más arriba (Sert. XIX 2), el biógrafo se refiere también al encuentro, pero con lección incomprensible, pues unos manuscritos ofrecen Tutia y otros Suntia, nombres ninguno de los cuales responde a ciudad conocida, por lo que en época moderna se ha corregido el texto para leer Seguntia. Pero hay más: Cicerón (Pro L. C. Balbo, 5) conoció una batalla del Turial, lo que dio lugar a una hipótesis según la cual en el segundo lugar de Plutarco habría que leer saguntinos y la batalla se habría librado en tierras valencianas; y, en cambio, Apiano, historiador griego algo posterior, habla, refiriéndose al mismo hecho histórico (I 110), de Mogontia, lugar inexistente que sepamos y en que habría, se ha puesto, una falta por Segontia. En definitiva, esta embrollada cuestión parece que puede resolverse de forma positiva para nuestra ciudad.


    No así, por el contrario, un lugar del geógrafo Tolomeo, del siglo II d. J.C., que cita en griego (II 6, 55) una ciudad llamada, según los corruptos manuscritos, Segortialanka. Lo tradicional es interpretar en latín como Segontia Langa y suponer que se trata de Langa de Duero (Soria), cuya situación junto al río permitiría identificación con la Serguntia o más bien · Sergontia de que hablé al principio; Langa es topónimo claramente céltico, comparable con Langóbriga (hoy Longroiva, en Portugal) y Lagóbriga o Lacóbriga (nombre de la actual Lagos, en el Algarve) y emparentado con las palabras latinas y germánicas de la familia longus, luengo, longitud, long, lang; existen además monedas celtibéricas en que se lee en genitivo secotias lacas, esto es, de S. L., pero la forma inexacta de la transcripción silábica no permite decidir entre Segortia, Segontia o Sergontia.


    Ni tampoco tiene nada que ver con nuestra Sigüenza la Segontia Parámika citada también por Tolomeo (II 6, 66) en el territorio de los Vacceos o de los Vardulos, aproximadamente por las provincias de Burgos, Valladolid, Palencia, León, Zamora. Es bien conocida la palabra castellana páramo, de origen prerromano y que designa tierras altas, llanas y poco fértiles; y los topónimos relacionados con esta voz se localizan precisamente en aquellas regiones. No parece, pues, que debamos pensar, como alguno lo ha hecho, en la actual Sahún (Huesca), y sí, en cambio, en una de nuestras dos «hermanas»> llamadas Cigüenza, con inicial procedente de asimilación de la s a la z. Una de ellas está en la provincia de Santander, cerca de San Vicente de la Barquera y, por tanto, en zona no «parámica»; la otra, en cambio, sita cerca de Villarcayo, en la provincia de Burgos, sí responde más al adjetivo de Tolomeo.


    Muy interesante resulta el Itinerario de Antonino, de los siglos II-III d. .C!, en que se nos describen las etapas normales y distancias entre Emérita (Mérida, Badajoz) y Cesaraugusta (Zaragoza). Había dos caminos usuales, uno más largo, que daba la vuelta por Salamanca y las cercanías de Valladolid hacia Segovia, y el que cortaba hacia Toledo para seguir por el Tajo hacia Aranjuez, por el Jarama hacia Titulcia y la confluencia con el Henares y remontando éste hacia Compluto (Alcalá de Henares). Desde allí hasta Arriaca (Guadalajara), el itinerario discurre aproximadamente por la actual carretera con un total de 22 millas de mil pasos, lo que, a razón de 1480 metros la milla, arroja poco más o menos 32,500 Km. A partir de Arriaca, la vía sigue el trazado, a orillas de Henares y Jalón, que después tomaría el ferrocarril: 24 millas (35,500 Km.) hasta Caesada, Caisasa en las monedas celtibéricas (seguramente entre Espinosa de Henares y Carrascosa); 23 (34 Km.) hasta Segontia; 23 también hasta Arcóbriga, probablemente Arcos de Jalón; una etapa más corta, de 16 millas (23.600 Km.), hasta Aquae Bilbilitanorum, Las Aguas de los Bilbilitanos, esto es Alhama de Aragón; 24 millas hasta Bilbilis (Calatayud); 21 (31 Km.), hasta Nertóbriga (Calatorao); 14 (20,700 Km.) hasta Secontia; y las últimas 16 millas, tomado ya el curso del Ebro desde la confluencia, hasta Zaragoza. He aquí una Secontia cuyo nombre, como antes indicaba, puede ser una variante de Segontia y cuya localización ignoramos, aunque se supone que no andaría lejos del actual Rueda de Jalón.


    El lexicógrafo griego Esteban de Bizancio, del siglo VI, menciona una ciudad de Iberia llamada Sarganta y que más bien cabría poner en relación con la Serguntia o Sergontia de Estrabón; y, en fin, todavía se cita, probablemente sin parentesco etimológico respecto a nuestra ciudad, una Saguntia localizada en el territorio de los Turdetanos, al S. del Guadalquivir. No es verosímil, como antes dije, que fuera  ésta, cuyo nombre aparece también en Plinio (III 15), la ciudad infructuosamente asediada por Catón, y, en cambio, merece atención la hipótesis de que su nombre está perpetuado en Gigonza, denominación de un lugar de Cadiz, al NO. de Medina de Sidonia, donde hay ruinas antiguas.


    Añadiré, para completar estos datos, que el escrito La guerra alejandrina, falsamente atribuido a Cesar y cuyo autor puede ser Hircio, sitúa (LVII 6) entre Écija y Palma del Río, junto al Genil, una segunda Segovia; que en algún manuscrito aparece como Segonia; sin que falte, desde luego, quien haya pensado en Saguntia, que en tal caso no correspondería a las citadas ruinas.


    Los textos tardíos, en fin, muestran cierta variedad. S. Isidoro, influido otra vez por el nombre de Sagunto, escribe Sagontia; y el obispo Protógenes es considerado, también analógicamente, como jefe de la iglesia sagontina en el edicto de Recadero y de la iglesia, en cambio, segontiense en las actas del sínodo Toledano del 610. En el 653, Viderico asiste al concilio de Toledo como obispo segontino; y dos años después, como seguntino. Y la serie completa con seguntiense, aplicado al obispo Egica en las actas del Concilio Toledano del 675. Un segontinense, en fin, aparece en una inscripción de Játiva.


    Hasta aquí los datos histórico-geográficos. Por lo que toca al nombre mismo, no puede ser más transparente. Un adjetivo femenino, con género que cuadra bien a la personificación de ciudades, provisto de ubicuo sufijo ia; o, remontándonos un poco más atrás, de un sufijo, no menos común, femeninos. La derivación, en lengua celtibérica, mantendría la forma ontia que en varias lenguas indoeuropeas sirvió para crear participios originaria; aunque se ha supuesto también que en este tipo de nombres ha habido analogía de otros femeninos en -a, en este caso sobre un supuesto antiguo segonti (cuya -i sería paralela de los bien conocidos femeninos

indios como maharani frente a maharaja, del que es sabroso reflejo, en el calo de España, gachi frente a gachó); o bien que la palabra es abreviación de un también supuesto Segontióbriga demasiado largo en que habría convivido el onomástico Segontio y el sufijo toponímico briga de que después hablaré. Pero probablemente no hay razones para negar un primitivo y hermoso Segontia. Hermoso, digo, por lo que más adelante veremos de su significado.


    De momento no quisiera omitir notables paralelos del sufijo en cuestión. Dentro de la Península tenemos las antiguas Acontia (quizá Tordesillas, Valladolid) y Lebedontia (cerca de la desembocadura del Ebro) y las modernas Conça y Gonça (Portugal), Cuenza (Asturias), Eslonza (lugar de León con un monasterio); como neutros en -ontium encontramos Pailontion, ciudad astur según Tolomeo, y, fuera de España, la francesa Besançon; como masculino en -ontius, el río Isonzo, italiano, tristemente célebre en la primera Guerra Mundial; y, como nombres femeninos también 'de ríos, el antiguo del suizo Borbne, Vesonce, afín al de la ciudad últimamente citada, y los de los alemanes Elsenz y Alsenz y el francés Aussonce. Todo ello aparte de los ejemplos en que también la raíz coincide con la del nombre de Sigüenza, como al final veremos.


    Raíz que significa tener, dominar, conquistar, vencer; luego se podrá observar cómo muchos de los nombres que la contienen (recuérdense, sin ir más lejos, Segovia, Segorbe y la propia Sigüenza) corresponden a lugares más altos que dominan el contorno. Sigüenza significa, pues, la dominadora, la que manda sobre el valle o el país. Orgullosa y bella denominación.


Que el nombre es prerromano resulta ya evidente por razones históricas; pero, además, la raíz no se da en latín, donde su segunda consonante no podría haber sido g. Si, en cambio, en antiguo indio (sahas significa victoria), antiguo persa (hazah, con h inicial en vez de la s, tiene de nuestras palabras Héctor, hético, e igualmente escuela y esquema) y. el mismo sentido), griego (de un modo u otro responden a ella los originales sobre todo, en germánico y en céltico. De las hablas germánicas baste con citar al segundo rey godo Sigerico; a Sigiberto, rey de los Francos; a la familia del famoso Arminio o Hermann, jefe de la resistencia contra los Romanos, cuyo suegro se llamaba Segestes y que tenía un hijo con el nombre de Sigimundo, lo que nos  lleva a la Sigismunda de Cervantes, al Segismundo de La vida es sueño y a Sigmundo Freud; al héroe wagneriano Sigfrido y, en fin, al Sieg, victoria, mitificado por la propaganda hitleriana.


    Pero lo que a nosotros nos importa más ahora es la gran área, prácticamente toda Europa, en que, durante un cierto período de nuestra protohistoria, imperaron los hoy decadentes, pero antaño poderosos pueblos célticos. En Hispania, como es sabido, coexistieron y se mezclaron con los Iberos, especialmente en la Celtiberia, en cuyo límite meridional, según decíamos antes, estaba Segontia; y aquí toda clase de fantasías sobre características somáticas y espirituales de los seguntinos antiguos y modernos incluso con alusiones, si ustedes quieren, a la España actual y eterna y el Celtiberia Show. Pero esto es perder el tiempo. Volvamos a los hechos concretos.


    La raíz seg- es probable que no esté, contra lo que pudiera parecer, en Sagunto, verosimilmente relacionado con el nombre preindoeuroeo de la isla de Zacinto, hoy Zante, en el mar Jónico; ni tampoco es probable que la turdetana Saguntia tenga nada que ver con esta familia. Sí, en cambio, son célticos Segísamon (Sasamon, Burgos) y Segísama Julia (probablemente un campamento de Augusto que se estableció junto a Segísamon); desde luego, Segovia, y también las varias localidades llamadas Segeda (la Secaisa de las monedas, en Belmonte, Zaragoza; Segeda Augurina, la actual Zafra, Badajoz; Segeda Restituta Julia, al N. del Guadalquivir), Segestica (en la costa Mediterránea), Segia (Egea de los caballeros, Zaragoza), el monte Segetius, vecino a Aguilar de Campoo (Palencia) y la sede de la gens llamada en genitivo plural Segossoqum, que probablemente no andaría lejos de Sigüenza.


    Párrafo aparte merece la celtibérica Segóbriga, denominada en las monedas Secobiricea. Su nombre es redundante, porque a un primer término que lleva consigo la idea de dominación se ha añadido un segundo muy afín a él en significado. La palabra alemana Berg, montaña, y sus infinitos compuestos; los miles de topónimos germánicos en -burg, con secuelas en España como Burgos o Burgo de Osma; el nombre antiguo de La Coruña, Brigantium; la itálica Bergamo; la antigua Pérgamo, otra denominación de la propia Troya, y su homónima, convertida en capital de un reino helenístico que exportó a la cultura el pergamino; los muchos compuestos como las citadas Langóbriga y Lagóbriga, las también mencionadas Arcóbriga y Nertóbriga, Conimbriga (Coimbra Portugal) y las fundaciones romanas Julióbriga (Retortillo, Santander), Cesaróbriga (Talavera de la Reina, Toledo) y Augustóbriga (la antes aludida y otra en Talavera la Vieja, Cáceres), todo ello nos lleva a topónimos aplicados, al menos en un principio, a lugares con ciudadelas dominantes. Y así las varias ciudades llamadas Segóbriga, de las que parece que una fue la actual Segorbe (Castellón) y otra se hallaba en la moderna Cabeza del Griego (Cuenca). Anotaré marginalmente que Estrabón (III 4, 13) cita Segóbriga y Bilbilis como ciudades de los Celtíberos, pasaje respecto al cual se ha admitido que pueda tratarse también de un error por el que el primer nombre haya suplantado a Segontia; y también que los Segóbrigos eran un pueblo galo.


    En cuanto a onomásticos, las inscripciones hispánicas nos aportan también muchos de esta raíz: por no alargar más estas notas me limitaré a citar, aparte del Segontius tratado más adelante, Secovesus, Segeus, Segisamus y un Segetius Víctor a quien su padre puso albarda sobre albarda.


    Ahora salgamos de la Península para otear, a lo largo y a lo ancho del vasto dominio céltico, paralelos de Francia (diosas de los Galos como Segomanna y Segeta, especialmente relacionada con aguas termales; un Marte indígena llamado Segomo, y un Hércules autóctono denominado Segonius; los pueblos de los Segovios, en la frontera alpina con Italia, y Segovelaunos, cercanos a la actual Valence; el nombre de río Segustia convertido en Suze, en el departamento de la Côte-dOr, y Suize, en la Haute-Marne; multitud de onomásticos varios; y topónimos como los antecedentes de Suin, en Saône-et-Loire, Seveux, en Haute-Saône, y Sigournais, en la Vendeé, así como el nombre de una antigua Segosa que estaría cerca de la actual Aureilhan, en las Landas), Alemania (Segorigion, la actual Worringen, cerca de Colonia), Italia (una Segesta en Sicilia; otra en Liguria, en la actual Sestri Levante; Segusion, la Susa de hoy, donde se criaba el tipo de perro llamado Segusius o sabueso), Hungría (una tercera Segesta, la moderna Sissek), etc.


    Y, más allá del mar, recalemos en ese rincón de la Gran Bretaña llamado Gales y en que se conserva residualmente una lengua céltica: el adjetivo testarudo, en definitiva un hombre que se tiene, que se mantiene en sus trece, es aquel idioma haer, también con paso de s a h; y a un clavo, que es aquello que se mantiene por excelencia donde se le fija, se le llama hoel.


    Todos estos son, digámoslo así, primos léxicos del nombre de Sigüenza; pero ahora pasemos, para terminar, a nuestros verdaderos hermanos idiomáticos. Quizá, si se pensara en establecer fraternidad entre nuestra ciudad y otras como es hoy costumbre, valdría la pena fijarse en un puñado de humildes lugares, no siempre existentes hoy, cuyos topónimos son calcos más o menos totales de Segontia.


    Este femenino aparece en los dos citados lugares santanderinos llamados Cigüenza y en Sionce, nombre de un pequeño río suizo. El neutro fue nombre antiguo de Carnarvon, en el NO. de Gales, que se llamó en galés Cair Segeint (Segontium) y Caer Seon (de un río Segonta que hoy se llama Saint como si conmemorara a un santo). Los Segontíacos, con ampliación de sufijo, eran un pueblo del S. de Gran Bretaña (en el actual condado de Hampshire) que se entregó a César (Bell. Gall. V. 21, 1): los Segontilienses, también con ampliación, una tribu gala; y la denominación de un predio Segoncíaco o Segontíaco resurge en Sonzay-en-Touraine, del departamento de Indre-et-Loire. Queda, en fin, el onomástico de nuestro presunto fundador, digno quizá de ser celebrado con estatua en la plaza Mayor: Segontius, nombre muy difundido en las inscripciones de una zona de nuestra Península, concretamente las actuales Salvatierra, Contrasta, Socastillo, Eguílaz, Pamplona, Gastiáin, lugares todos del rincón NO. de los Pirineos, ruta evidente de los Celtas colonizadores, con algunas irradiaciones hacia Portugal (Braga), Salamanca (Yecla de Yeltes), Cáceres (la antigua Caparra), etc.


    Lo demás es ya Filología castellana. La o breve tónica se diptongó en ue, y ello ha dado al nombre de Sigüenza no sólo su delicada eufonía, que movió a Gabriel Miró a tomarlo para su famoso personaje, sino también la exótica diéresis que no hay por qué suprimir. Lo digo porque empiezo a notar omisión de este signo incluso en rótulos de carácter más o menos oficial. Y ello no debe ser. En primer lugar, porque diéresis y acentos son precisamente ayudas muy útiles para la recta pronunciación que echamos de menos todos al asomarnos a otras lenguas. Pero, además, incluso por razones de tipo no sé si heráldico o estético. Nuestra diéresis podría ser un par de águilas altaneras revoloteando en un blasón. O si no, entornemos los ojos soñadores y contemplemos la ciudad desde la parte de Alcuneza, por donde vinieron los celtas, y luego Catón, y después las huestes de D. Bernardo. Ninguno de ellos pudo leer todavía el nombre mismo de Sigüenza en el suave declinar de la colina: el castillo, la poderosa S mayúscula de la raíz céltica; las dos torres de la catedral, agrupando en su torno el paisaje urbano como la diéresis cerniéndose sobre el centro tónico del vocablo; y el susurro de la z en el fluir del río, y la a verde y suave muriendo entre las frondas.


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    Han servido de base a esta notas los datos contenidos no sólo en obras de carácter general, como ediciones de los clásicos mencionados, tratados de Historia de España antigua, libros sobre Sigüenza, diccionarios etimológicos, atlas de la Antigüedad, etc., sino estudios especiales de la Srta. Albertos La onomástica personal primitiva de Hispania Tarraconense y Bética, Salamanca, 1966), García y Bellido (España y los españoles hace dos mil años según la Geografía de Strabón, Madrid 1945; La España del siglo I de nuestra Era según P. Mela y C. Plinio, Madrid, 1947; La península Ibérica en los comienzos de su Historia, Madrid, 1953), Holder (Alt-celticher Sprachschatz, leipzig, 1925 y ss.), Palomar Lapesa (La onomástica personal pre latina de la antigua Lusitania, Salamanca, 1957), Pemán (Los topónimos antiguos del extremo Sur de España, en Arch. Esp. Arq. XXVI 1953, 101-112). Pokorny (Zur Urgeschichte der Kelten und Illyrier, en Zeitschr. Celt. Philol. XXi 1938, 54-166), Rabanal (España antigua en las fuentes griegas, Madrid, 1970), Schönfeld (Wörterbuch der altgermanischen Personenund Völkernamen, Heidelberg, 1911), Schulten (Historia de Numancia, Barcelona, 1945; Los Cántabros y Astures y su guerra con Roma, reimpr. Madrid, 1962; Tartessos, reimpr. Madrid, 1972; así como también los sucesivos volúmenes de la obra colectiva, dirigida por él y por Bosh Gimpera, Fontes Hispaniae Antiquae, Barcelona, 1922 y ss.), Tovar (Estudios sobre las primitivas lenguas hispánicas, Buenos Aires, 1949; Topónomos con <-nt- en Hispania y el nombre de Salamanca, en Actas del V Congreso Internacional de Ciencias Onomásticas II, Salamanca, 1958, 95-116) y Vallejo (Tito Livio. Libro XXI, Madrid, 1946), con muchos artículos del tomo II (1921) de la Realencyclopädie der klassischen Altertumswissenschaft (Stuttgart), entre ellos varios de Hübner (Segisama y Segisamo, col. 1074), Keune (Segonciacus, 1084; Segonciati, 1085; Segontilienses, 1085-1086; Segontium, 1086; Segorigium, 1087-1088; Segorniacus, 1088; Segosa, 1088-1089; Segovia, 1089-1092) y Schulten (Segeda, 1049; Segestica, 1071; Segia, 1073; Segobriga, 1077; Segontia, 1085; Segortia Lanca, 1088).


domingo, 30 de octubre de 2022

El reloj de la Catedral de Sigüenza

 Reportaje y entrevistas del año 1987

    - El reloj pesa algo menos de seiscientos kilos Está compuesto de materiales de gran solidez. Es de suponer que el reloj dure una buena serie de años...

    - Nuestra empresa-Casa Blasco-, de Roquetes (Tarragona)- trabaja artesanalmente en relojes. Llevamos ya muchos años de producción.

- ¿Han restaurado recientemente algún reloj para otras catedrales?
- Si, si: para la Seo de Lérida... no hace mucho que a la catedral de Tortosa le restauramos también el reloj.

- ¿En la provincia de Guadalajara es esta la primera vez que trabajan?
- No, no. ¡qué va! ¿Cuántos pueblos hay en la provincia?...

- Cuatrocientos cincuenta.
- Pues en la mitad de ellos, seguro que hemos trabajado.

- ¿Y aquí, en Sigüenza?
- Si, si, también... El reloj del edificio del antiguo Banco de Aragón lo hicimos nosotros. Eso si hace ya muchos años...

- 25 años hace.
- ¿Cómo lo sabe tan seguro?

- Alli vivo yo desde que se construyó el edificio. Y hace ya veinticinco años.
Bueno, una última pregunta-penúltima. Mejor
¿están contentos con su trabajo?
- ¿Qué quiere que digamos nosotros...?
Pensamos que se ha trabajado en serio... Nuestra empresa está muy ducha en estos temas.


(Esta es parte de la conversación que mantuvimos con dos técnicos de Casa Blasco-, de Roquetes (Tarragona) el pasado 17 de febrero. Es la empresa que ha restaurado el reloj catedralicio. historia sobre la que versará este reportaje ya iniciado. Historia, que en su último tramo comienza un 30 de agosto y concluye en un frio 20 de febrero de 1987).

Rejoj de Catedral de Sigüenza


LA RESTAURACION DEL RELOJ: PRIMER OBJETIVO DE LA ASOCIACION DE AMIGOS DE LA CATEDRAL

    Dicho queda: la última parte de la historia es reciente. Nació en la primera reunión de la Junta Directiva de la Asociación de Amigos de la Catedral de Sigüenza, también recién alumbrada. En ella, se decide acometer la reforma del reloj catedralicio que estaba profundamente resentido y dañado con el paso del tiempo.

    La segunda fecha de esta historia son los dias 22 y 23 de octubre. Tras haber contactado y llegado a un acuerdo con la Empresa Blasco, dos técnicos de la misma, llegan a Sigüenza a des- montar el reloj, embalarlo y enviarlo a los talleres de dicha firma.

    Previamente, la Asociación de Amigos de la Catedral anunció su propósito y recabó fondos para su financiación. Se pusieron anuncios en distintos establecimientos de Sigüenza solicitando la colaboración voluntaria; el correo también funcionó, y se curso una solicitud de ayuda a la Diputación Provincial, que respondió con una aportación de 350.000 ptas.

    Mientras tanto, durante cuatro meses, uno de los sonidos más caracteristicos de Sigüenza, enmudecía. Su reloj -el reloj de Sigüenza- dejaba de marcar las horas. Seguro que en la zona próxima a la catedral la ausencia se hizo especialmente sensible. Todos apreciabamos que algo faltaba a nuestra ciudad.

Abside

- Pero, ¿por qué hubo que reparar el reloj de la catedral?
- En los últimos años, su maquinaria, magnificamente conservada en lo fundamental, se habia ido deteriorando progresivamente en sus elementos accesorios. Esto estaba produciendo notables desajustes, que aconsejan su restauración, antes de que el mal fuese más grave.
Y así las cosas, la Asociación de amigos de la Catedral toma la iniciativa de restaurarlo, y tras el visto bueno del Cabildo, y posteriores gestiones, se encomienda su trabajo a la casa especializada BLASCO, de Roquetes (Tarragona).


- ¿Desde cuando estaba en funcionamiento el reloj que ahora ha sido restaurado?
- Data de los primeros meses de 1911. Su fabricación era de origen francés. Las características más sobresalientes son: autonomía en la cuerda para treinta horas; sonería de las mismas con repetición y los cuartos a dos golpes sobre dos campanas de distinto tono, teniendo las ruedas primarias o imperiales de las sonerías 66 centímetros de diámetro en bronce de primera calidad, con los piñones y los ejes de acero. Era un reloj extraordinario. Es mejor dicho- pues ahora sólo hemos acometido su reparación.

- ¿Consta el importe y el autor de este reloj?
- Sí, sí. El autor es el relojero seguntino, D. FEDERICO PASTORA. Y el importe ascendió a 4.572 ptas. Hace ya 76 años...

- Es de suponer a esta cifra que acabas de referir, se le añadirán ahora varios ceros a la derecha...
- Sí, sí... El presupuesto es de 600.000 ptas. Va a ser es -ya de hecho- el primer objetivo de la Asociación de Amigos de la Catedral, creada en el mes de Agosto pasado.




FEBRERO DE 1987. LA CATEDRAL REESTRENA SU RELOJ

El 17 de febrero llegaban los técnicos para la instalación del reloj, que estaba en Sigüenza desde el viernes 13 de febrero. Comenzaba la cuenta atrás de esta pequeña historia. Durante esta gélida y nevada semana de Febrero, se instalaria y acondicionaría adecuadamente. El montaje del reloj en su maquinaria, sincronización, equipo electrónico, pintura de esfera y demás trabajos se realizarían, de suerte que el 20 de febrero de 1987 Sigüenza volvía a recuperar su sonido más acusado, parte de su propia identidad. Sus gentes empezaron a hablar de la potencia sonora del viejo reloj y de su puntualidad... Volvía el reloj a su lugar y su presencia en el ser y acontecer seguntino.

Juan José Asenjo, nuestro necesario interlocutor de este reportaje.

- ¿qué número hace este reloj en la historia de los relojes de la catedral de Sigüenza?

- Con certeza, no podemos saberlo. Una serie de datos y cavilaciones históricas, nos permiten suponer que la llegada a Sigüenza del reloj mecánico debió ser muy temprana. Con Pérez Villamil, podemos afirmar que en torno a finales del siglo XIII o comienzos del XIV Sigüenza contaría con su primer reloj mecánico.

- ¿Podemos imaginar como sería este primer reloj?

- Si. Pero antes debo decir que el emplazamiento primitivo del reloj fue la torre del Santisimo y no su actual lugar en la torre de las campanas, a la que fue trasladado el primitivo reloj catedralicio a mediados del siglo XVI.

- ¿Que cómo sería?

- Análogo a los que por aquellos años comenzaron a instalarse con profusión en las catedrales e iglesias de Europa. Me refiero a los antiguos relojes mecánicos sin péndulo. Carecían de esfera exterior y las señales horarias eran dadas a mano, solamente en horario diurno. Además, estas horas no eran las correspondientes al tiempo civil, sino a las de las horas canónicas.



En fin, estas son las grandes líneas de la pequeña historia del reloj de la catedral seguntina.
Su restauración, como ya hemos repetido, es el primer logro de su Asociación de Amigos. ¡Larga y fecunda vida a ambos!


Jesús de las Heras Muela
Revista ABSIDE n.º 1 "Reportaje - pags. 19 y 20"


sábado, 29 de octubre de 2022

La tarjeta Postal Ilustrada en La Ciudad de Sigüenza 1901-1975

    Con la publicación de este libro, Sigüenza queda incluida dentro de las ciudades españolas que rescata y cataloga su extenso patrimonio con sus tarjetas postales ilustradas.

La tarjeta postal ilustrada en la Ciudad de Sigüenza 1901-1975
    A través de ellas, podemos descubrir su riqueza monumental y su atractivo histórico, así como investigar y divulgar el patrimonio iconográfico de la ciudad, que se encuentra también conservado en: películas, fotografías, grabados, pinturas, etc., con todo ello podemos revivir el pasado familiar, recordar sus antiguas calles y los paseos de los hombres y mujeres que nos precedieron.


    Con esta publicación queremos introducir al lector en un recorrido visual de una ciudad que quiere sentirse viva, a través de las imágenes de doscientas sesenta y cinco postales de Sigüenza, que corresponden al periodo que va desde 1901 a 1975. Gracias al coleccionismo de quienes somos amantes de las tarjetas postales y otras colecciones que mantenemos, queremos dejar un gran legado a quienes nos sucedan.


    Todas las tarjetas postales incluidas forman parte de nuestra colección familiar y están reproducidas en su tamaño real, sin ampliarlas ni reducirlas; a su color, en facsímil, para que el público pueda conocer exactamente cómo eran las postales del siglo XX.


    Detrás de la personalidad del coleccionista de la tarjeta postal local, existen algunas características innatas o adquiridas, que queremos trasmitir al lector a través de esta publicación que ahora tiene en sus manos, como: ser un apasionado de la historia local, amante de sus tradiciones y respetuosos con el pasado de sus padres y abuelos; interesarse por los monumentos, edificios, calles, plazas o rincones desaparecidos o transformados, y su satisfacción será mayor cuando puedan incluirse en su colección ejemplares que hayan podido cumplir fielmente estas misiones.


    La vida seguntina pasa por estas postales que hemos elegido, entre millares de ellas, seleccionadas en apartados: tarjetas postales comerciales, panorámicas típicas de la ciudad que se dibujan desde el horizonte, en vistas de bonitas plazas, calles, la Alameda, barrios y alrededores; en panorámicas del Castillo (Parador Nacional), Murallas, la Catedral y sus interiores, iglesias, conventos,ermitas, el Doncel, uno de sus grandes reclamos turísticos, palacios, la enseñanza, museos y pintores, ferias y mercados, la industria y el transporte.

    Sigüenza siempre ha sido considerada como una ciudad muy turística, incluida en las guías de España llenas de ilustraciones. La primera guía que se conoce data de 1885, de Emilio Valverde y Álvarez; en 1913 Rafael Aguilar y Cuadrado, "El Arte en España, Catedral de Sigüenza" con cuarenta y ocho ilustraciones; en 1929 el Patronato Nacional de Turismo edita una guia "Sigüenza" con ilustraciones y planos por Elías Tormo y Monzón.


    Enrique Sánchez Rueda en su guía editad
a hacia 1929, "Sigüenza su veraneo y excursiones": describe la impresión que le causa la vista de la ciudad desde el valle del Henares:


"Desde la estación de ferrocarril se ve toda la población como un apretado racimo de edificios, que parecen trepar afanosos para ganar la altura. En la cumbre el histórico Palacio Fortaleza. En el centro la catedral, majestuosa y severa; al pie el boscaje de sus huertas y jardines y la frondosidad de sus centenaria Alameda".


"Esta ciudad, por su antigüedad, por la hermosura y variedad de sus paseos y de sus próximos y bellos paisajes, por su bonito pinar, por sus antiquísima catedral, una de las más bellas de España, tan digna de visitarse, que forma su más preciada corona".


    Los lectores de este libro tienen la oportunidad de disfrutar de esta importante colección de postales ilustradas, de la que algunos recordarán y otros descubrirán la amada ciudad del pasado.


    "Que nuestras raíces no se pierdan para beneficio de las nuevas generaciones"


Luis-Gonzalo Carpintero Barrena
(Introducción del libro "La tarjeta Postal Ilustrada en la Ciudad de Sigüenza 1901-1975)




miércoles, 3 de agosto de 2022

La traída de aguas a Sigüenza - Gregorio Sánchez Doncel (Programa de fiestas de 1973)

 Colaboraciones literarias en los programas de fiestas de Sigüenza.

    Hemos recogido de viejos periódicos locales algunos datos curiosos a cerca de variados asuntos relacionados con nuestra ciudad, y nos ha parecido de interés consignar en esta publicación los referentes a la traída de aguas a Sigüenza. Sin duda que estos datos son incompletos y acaso inexactos; no intentamos sino transmitir a la imprenta lo que hemos encontrado.

    Hasta el siglo XVII la población de Sigüenza -así lo hemos leído- vino surtiéndose de aguas potables de la llamada «Fuente del Tejar». Pero en dicho siglo, fuera que el caudal de dicha fuente disminuyera o que la tubería de barro sufriera averías a cada paso, el Ayuntamiento resolvió hacer la traída de aguas del manantial que abastece actualmente a la ciudad -se refiere a los finales del siglo pasado-, llamado comúnmente «Los Nacimientos», y situado al oriente del cerro del Otero. Entonces fue necesario construir el acueducto llamado «Los Arcos», obra costosa y de importancia en aquellos tiempos. El ayuntamiento no contaba con fondos para ello, y aprovechando la oportunidad de ir a Madrid una comisión de concejales a gestionar asuntos de la municipalidad, a uno de aquellos se le ocurrió la buena idea de presentarse al Cardenal Zapata, Arzobispo de Toledo entonces y solicitar de él los recursos necesarios. Aceptada la idea por los demás compañeros decidieron tener la entrevista con el Cardenal Zapata. Gozaba entonces este insigne prelado de fama universal en España de hombre caritativo, generoso y esplendido por sus cuantiosos donativos para obras pías y de utilidad pública. La comisión fue recibida por él. Explicando el objeto de la visita, el Cardenal, con su inagotable caridad, les facilitó gran parte del capital necesario. Estos son los datos que se aceptaban por referencia de persona entendida. El acueducto tenía seis arcos, y en su punto medio alcanzaba una altura de 20 o 25 metros aproximadamente. Utilizábase también para el paso de personas, a cuyo fin tenía dos buenos pretiles de sillería. Las incurias del tiempo fueron deteriorando la obra de fábrica. Todavía estaba en uso a finales del siglo pasado -1891-, aunque ya daba señales de peligroso derrumbamiento. No pasaría mucho cuando el Ayuntamiento se vio obligado a levantar nuevo puente sobre el Vadillo, frente a la puerta del Toril.


Acueducto "Los Arcos", frente a la puerta del Toril


    El 20 de junio de 1922 se reunió el Ayuntamiento para tratar de la traída de aguas. En trabajos de exploración se gastaron 3.842,50 pesetas, de las 25.000 donadas por don Juan Núñez; otras 10.000 se invirtieron en instituciones de caridad. Don Bautista Vázquez propuso la traída de aguas desde Villavieja y Los Arroyuelos.

    En 1927 y 28, durante la dictadura, hizo el proyecto el ingeniero seguntino don José García Atance. Consistía en traer las aguas de Rostra y Villavieja, construir un deposito en la parte alta de la población y desde allí distribuirla por la ciudad.

    Luego en 1930 se habló de traer el agua de Mojares; pero su elevado costo, casi un millón de pesetas, lo hizo retirar.

    En 1933 presentó el Sr. Pérez Villamil un estudio del ingeniero don Antonio Cavestany para elevar hasta el fuerte el agua traída de los Nacimientos. El conde de Velayos buscó agua cerca del cementerio, pero no la halló.

    Por fín en el «Boletín Oficial» del 4 de enero de 1935 se publicó el anuncio para las obras de traída de aguas de Rostra y Villavieja. Los proyectos fueron obra de los ingenieros don José García Atance y don Agustín del Valle. Adquirió la contrata el Sr. Marco, y dieron comienzo las obras el día 4 de abril de aquel mismo año.

    Aquí finalizan las notas de mi fichero. Relata refero.

GREGORIO SÁNCHEZ DONCEL

viernes, 30 de diciembre de 2016

Alcaldes de Sigüenza desde el siglo XX

Monarquía Parlamentaria, Alfonso XIII (1902-1922)
1 de enero de 1902Santiago Raso Esparroz
1 de enero de 1904Hipólito Almazán Almazán
1 de enero de 1906Ignacio Gil Rodrigo
1 de julio de 1909Pablo Gutiérrez Olivares
1 de enero de 1910Marcelino Albacete Alvaro
1 de enero de 1912Luciano Toro Somolinos
1 de enero de 1914Antonio Algora Medina
1 de enero de 1916Antonio García Pérez
1 de enero de 1918Luciano Toro Somolinos
1 de enero de 1920Joaquín Ibáñez Martínez
1 de enero de 1922Pedro Trigo Sevil
Dictadura de Primo de Rivera (1923 - 1930)
2 de octubre de 1923Santos Cardenal Gómez
22 de enero de 1924Estanislao de Grandes Urosa
1 de abril de 1924Estanislao de Grandes Urosa
9 de marzo de 1925Felipe Barrena y Alonso de Ojeda
25 de mayo de 1928Fernando Muñoz de Grandes
Final de la Monarquía
15 de febrero de 1930Simón Pareja Caballo
2 de abril de 1930Javier Arroyo García
Segunda República
18 de mayo de 1931Adolfo Franco Lillo
25 de mayo de 1936Francisco Lafuente Moreno
Dictadura de Francisco Franco (1936 - 1975)
11 de octubre de 1936Estanislao de Grandes Urosa
19 de octubre de 1936Anselmo Bernal Lafuente
4 de febrero de 1937Gerardo Sánchez Esteban
28 de abril de 1939Demetrio Rodríguez Pintado
30 de julio de 1940Arturo Aguilar del Hoyo
12 de marzo de 1941Gerardo Sánchez Esteban
20 de agosto de 1944Antonio Labrada Chércoles
25 de agosto de 1947Gerardo Riosalido Andrés
30 de octubre de 1957José Maria Bernal Jimeno
8 de octubre de 1966Gerardo Relaño Ajamil
7 de Agosto de 1970Martín Poyo del Pino
DEMOCRACIA
3 de abril de 1979Juan Antonio Martínez Gómez-Gordo
8 de mayo de 1983J. Vicente Turo Sanz
10 de junio de 1987Juan Carlos García Muela
20 de mayo de 1991Marcelino Llorente
28 de mayo de1995Octavio Puertas Moreno
13 de junio de 1999Octavio Puertas Moreno
25 de mayo de 2003Francisco Domingo Calvo
27 de mayo de 2007Francisco Domingo Calvo
23 de mayo de 2011José Manuel Latre Rebled
24 de mayo de 2015José Manuel Latre Rebled
26 de mayo de 2019María Jesús Merino Poyo
28 de mayo de 2023María Jesús Merino Poyo

Sigüenza durante el califato Omeya

En esta época son escasos los datos que tenemos. Sigüenza quedo reducida a una aldea después de que fuera sometida a grandes tributos en la invasión musulmana de la península.

Sigüenza paso a depender de Medinaceli durante el reinado de Abderramán III; Medinaceli era la gran ciudad desde donde partían las incursiones hacia los reinos cristianos del norte, este mando fortalecer la ciudad a su general Galib.
El cronista Ibn Idarí, en alusión a las obras realizadas en aquella villa por orden del califa cordobés, afirma que Medinaceli se encontraba:
"...desde hace largo tiempo abandonada, situada sobre la frontera oriental [...] los albañiles de toda la frontera fueron reunidos allí para construir el recinto amurallado y dotarlo de cuarteles; los trabajos fueron terminados en septiembre del 946, y los musulmanes pudieron desde entonces habitar aquel lugar con total seguridad.

Existía una vía de comunicación desde Medinaceli hasta Guadalajara. Partía de Medinaceli hasta Sigüenza (Segontia) y seguía paralela  al río Henares pasando por Mandayona, Jadraque, Espinosa de Henares y Guadalajara.
Ibn Hawqal habla de este camino, en el que se invertían dos jornadas; la parada intermedia se hacía en un lugar llamado Sa ´ra al-Qawarir, del que se dice que se encontraba junto a una aguada.

[...] a Guadalajara. Esta es una ciudad grande y Marca fronteriza, famosa por su situación y amurallada con sillares de piedra; está dotada de mercados, alhóndigas y baños. Tiene un Juez y un delegado del califa y en ella residen los alcaides o gobernadores de la frontera como Ahmad ibn Ya´la o Galib. Desde Guadalajara se emprende la mayor parte de las campañas de guerra contra Galicia. Desde Guadalajara hasta "Sa´ra al-Qawarir" hay una etapa. En "Sa´ra al-Qawarir" hay una venta o manzil donde se hospedan los viajantes o trajineros. Desde este lugar a Medinaceli hay una etapa. De ella es gobernador Galib ibn ´Abd al-Rahmán, jefe del ejercito. Su termino y distrito es muy vasto y considerable y la comarca es muy rica en ganado y próspera en toda clase de recursos y bienes. Ella es la ciudad mas importante de Al-Andalus en organizar expediciones y campañas de guerra.

En el Año 975, Galib emprendió una campaña contra una coalición de tropas cristianas que sitiaban el castillo de Gormaz. La campaña finalizó con un rotundo éxito de mawlà califal, el cual parece haber consolidado un considerable dominio sobre las zonas fronterizas medias, concretamente entre Medinaceli y Guadalajara.

Eduardo Manzano Moreno. "La frontera de Al-Andalus en la época de los Omeyas"
Julio Valdeón Baruque. "Abderramán III y el califato de Córdoba"

martes, 8 de noviembre de 2016

El Púlpito del Evangelio en la catedral de Sigüenza

El púlpito plateresco o del Evangeliocincelado entre 1572-73 por el artista seguntino Martín de Vandoma y restaurado ejemplarmente después de la Guerra Civil por el escultor segoviano Florentino Trapero.

Martín de Vandoma, seguntino

A juicio de Villamil, el apellido Vandoma es de inequívoco origen flamenco (Van Domme). Bien pudiera ser también de estirpe francesa (Vandomme). Con todo, es seguro que Martín de Vandoma nació en Sigüenza hacia 1515. Muy probablemente fue en nuestra ciudad donde adquirió su formación artística, pues era Sigüenza en aquella época un centro de cultura de mayor rango de lo que podía esperarse de su corto número de habitantes.

En los años de juventud de Vandoma se llevaban a cabo en la Catedral importantes obras platerescas en la capilla del Doncel y en el retablo de Santa Librada y mausoleo de D. Fabrique. No es aventurado pensar que ellas fueron el palenque en el que se moldearon las innatas cualidades artísticas de nuestro escultor y arquitecto.

La primera mención explícita de Martín de Vandoma que encontramos en las Actas Capitulares data del 13 de septiembre de 1554, pocos días después de la muerte del maestro Durango. En dicha fecha el Cabildo nombra a Vandoma maestro mayor de la iglesia y responsable principal de la obra de la sacristía mayor que ya había iniciado su construcción. Terminadas las obras de fábrica en 1561, incluida la célebre bóveda de las Cabezas, de fama universal, recibió el encargo de su ornamentación. A su cincel se debe la puerta de la sacristía y las dos cajonerías situadas a continuación de la capilla de la Capilla del Espíritu Santo o de las Reliquias, obra en la que, a juicio de Azcárate Ristori, también intervino.

Para la Catedral labró además en 1574 cuatro sillas del coro capitular, imitando el estilo gótico original de tiempos del Cardenal Mendoza. A su traza y cincel se deben también varios estimables retablos de algunas parroquias de la antigua Diócesis de Sigüenza, entre ellos el de la iglesia parroquial de Caltojar (Soria), pues en una cartela del mismo se lee que lo hizo Martín de Vandoma, natural de Sigüenza, ayudado por su yerno Jerónimo de Montoya. De su taller proceden, sin duda, los armoniosos retablos de Pelegrina y Cortes de Tajuña y los de las iglesias sorianas de Alentisque, Aguaviva y Ambrona, este último hoy en el museo Diocesano de Burgo de Osma. Y es seguro que Vandoma intervino también en la talla del coro, los púlpitos y la reja de madera de nogal de la colegiata de Berlanga de Duero, obra acabada por su discípulo Vicente Marcos.

El púlpito del Evangelio

Martín de Vandoma falleció en 1577. Su obra maestra, a juicio de Tormó y Monzó, es sin embargo, el mencionado púlpito del Evangelio, que también podríamos denominar «de la Pasión», pues la Pasión del Señor es el tema exclusivo de sus cinco espléndidos tableros. Iniciada el 5 de mayo de 1572 y finalizada el 19 de octubre de 1573, su estilo se inscribe en los cánones estéticos del arte plateresco, del que tantos y tan bellos ejemplos encontramos en nuestra Catedral. D. Aurelio de Federico Fernández, canónigo archivero jubilado, que tantos méritos tiene contraídos con ella, describiría así el púlpito en 1954: «sobre cilíndrica columna con sencilla basa clásica, fuste estriado, de estrías rellenas en su mitad inferior, y bello capitel jónico-corintio, álzase un cuerpo formado por dos molduras que limitan una corona de cabecitas infantiles provistas de doble y desigual par de alas, que sostiene un cuerpo troncocónico, en que aparecen alternados los escudos del Cabildo y cuatro niños desnudos como sosteniendo el peso del púlpito; encima y apoyada en ménsulas, aparece la cornisa en que se apoya la cátedra. Es de sección octogonal y en sus cinco tableros reales presenta altorrelieves con escenas de la Pasión: Prendimiento, Jesús ante Caifas, ante Pilato, insultado por los soldados y expuesto al pueblo por Pilato; separadas entre sí por bellos atlantes, que se prolongan por abajo en pilastras decrecientes decoradas con grutescos».

La restauración del escultor Trapero

Son bien conocidos los acontecimientos de octubre de 1936 en lo que respecta a la historia de la conservación de nuestra Catedral. Como consecuencia de dichos acontecimientos, el púlpito del Evangelio quedó reducido a un montón de trozos de alabastro. De su restauración se encargó, por deseo expreso del arquitecto director, Antonio Labrada, el escultor Florentino Trapero, nacido en 1893 en Aguilafuente (Segovia) y de cuyo nacimiento en consecuencia se cumple este año su centenario. En próximos números de ABSIDE habrá ocasión de perfilar su biografía y glosar los méritos de Trapero como escultor y su contribución de la epopeya de la restauración catedralicia. Baste ahora decir que la decisión de Labrada, fundamentada en la perfección de trabajos anteriores realizados por el escultor en la Catedral a partir de julio de 1943, no pudo ser más afortunada.

La restauración completa del púlpito se llevó a cabo entre 1947 y 1950. Duró exactamente dos años y medio, es decir, casi el doble que la ejecución primigenia de Martín de Vandoma. Ello nos indica las enormes dificultades que el artista restaurador hubo de vencer. Según las notas manuscritas que Trapero entregó al autor de este artículo dos años antes de su muerte, acaecida el 4 de agosto de 1977, la primera tarea que hubo de realizar antes de proceder a una restauración, que muchos juzgaban imposible, fue situar sobre cinco paneles de madera los trozos de alabastro conservados con el fin de recomponer las diversas escenas de la Pasión. El resultado final de esta operación no pudo ser más decepcionante. Contemplando ahora las fotografías de los paneles aludidos, comprobamos que faltaban trozos enteros de alabastro, en algunos casos de hasta cuarenta centímetros. Y lo que quedaba, en un estado deplorable por mutilaciones y desperfectos.

La operación siguiente fue tratar de reunir documentación suficiente que mostrase la obra en su estado anterior, tal y como salió de las manos de Martín de Vandoma. Por fortuna, el catedrático Sr. Archilla facilitó al restaurador una buena colección de fotografías del púlpito. Por su parte, el canónigo D. Francisco Box Blasco le proporcionó un vaciado en escayola. Hizo además «muchísimos estudios -son sus palabras- del vaciado de esta obra que hay en el Museo de Reproducciones de Madrid».

A continuación, el Sr. Trapero hubo de trasladarse «a Cogolludo con obreros de la Catedral para encontrar y arrancar alabastro igual al antiguo», pues de aquella zona procedía el alabasto primitivo. E inmediatamente comenzó la restauración que exigió el tallado y colocación de más de seiscientas piezas perfectamente localizables por no haber sido patinadas. «A sí se aprecia mejor -matiza el escultor- la propiedad artística con que hice este trabajo».

La restauración afectó a todo el conjunto escultórico. Hubo de incrustar piezas de la basa, en los extremos inferior y superior del fuste, en el arranque y en otros puntos del bello capitel jónico-corinteo, en las molduras que descansan sobre aquel, debiendo tallar además sostener la gran cornisa sobre la que se asientan los tableros de la cátedra. En dicha cornisa y en las quince ménsulas inferiores se aprecia con toda nitidez el trabajo de orfebre que hubo de realizar nuestro artista.
varias de las cabezas de querubines que forman como un collar sobre el que se alza el capitelón. La repisa octogonal que lo inicia lleva también varias piezas nuevas, así como los cuatro niños desnudos y de cuerpo entero y los cuatro escudos del Cabildo que parecen

Centrándonos ya en los cinco tableros de la Pasión, que miden setenta y cuatro por treinta centímetros y que son, sin duda, la parte más importante de la cátedra, siguiendo casi al pie de la letra las notas manuscritas del restaurador, enumeramos de izquierda a derecha los elementos escultóricos que faltaban y que fueron tallados por el Sr. Trapero:

1. El prendimiento
En este tablero esculpe Martín de Vandoma con singular maestría dos hechos de la Pasión que no fueron simultáneos sino sucesivos: el beso de Judas y el milagro de Jesús restituyendo a Malco, criado del pontífice, la oreja cortada por Pedro. El Sr. Trapero labra y ensambla en este panel, cinco cabezas, dos brazos con sus manos, un escudo, dos antorchas, ocho lanzas, una bandera, un angelito horizontal en el friso, un capitel, todo el cuerpo del atlante y varios adornos en la parte inferior del tablero.

2. Jesús ante Caifás
En primer plano aparecen las figuras de Jesús y de Caifás, sentado esté en lujosa silla curul, mientras Jesús permanece en pie con los brazos atados escuchando con un rostro lleno de dulzura y serenidad las provocaciones del sumo sacerdote. En el fondo se perciben algunas cabezas de gran expresividad que reflejan curiosidad ante la escena. El restaurador creó para este tablero la cara de Caifás. Un pie y el cetro, tres cabezas de soldados y de un ministro, un pie y la base de Jesús, varias piezas en el fondo, el baldaquino y una lanza, el brazo izquierdo, un hombro del atlante y un capitel.

3. Jesús conducido al tribunal de Pilato
En es tablero Martín de Vandoma elige el momento en que la comitiva pasa ante el templo de Jerusalén. Jesús va desnudo con las manos atadas a la espalda. También aquí junta el artista dos escenas en una, pues aparecen los sayones blandiendo sus fustas sobe el cuerpo de Jesús, por lo cual el restaurador no se equivoca cuando titula este panel «la flagelación».
En este caso, las piezas creadas por el escultor Trapero son las siguientes: la cabeza, un hombro, las caderas, el cubrepurezas y las piernas del Señor; la cabeza, mano derecha, piernas y pies del sayón de la izquierda; dos capiteles y la arquitectura del fondo izquierdo; los cuatro brazos y los dos capiteles de los atlantes; la base, cabeza y pliegues del atlante izquierdo; una cabeza de angelito y un escudo en el friso.

4. Los soldados se mofan de Jesús
En este tablero aparece Jesús semisentado sobre un escalón del patio del Pretorio y mientras un soldado le maltrata de hecho con un látigo, otro le maltrata de palabra en cuclillas ante él en actitud de burla. A juicio de Pérez Villamil, «las cuatro figuras principales de este cuadro son, tal vez, las mejores de toda la obra».
El Sr. Trapero esculpió para esta escena un brazo, una pierna y un pie del Señor; dos cabezas de sayones, tres brazos y dos pliegues de los mismos; la cabeza, un brazo, una mano, torso, y pliegues del atlante; un capitel, dos cabezas de querubines y un escudo en el friso.

5. Ecce Homo
Es el tablero más complejo de todo el predicatorio por el abigarramiento de las figuras. A la derecha aparece Cristo en actitud mansa y resignada. Detrás, Pilato con la cabeza levantada mira al pueblo judío en ademán de pedir el indulto. A la izquierda, varias cabezas del pueblo y en primer término uno de los sacerdotes instigadores del acontecimiento. En el fondo se ve el palacio del Pretorio y, asomado a una ventana, un individuo que mira con curiosidad el desenlace.

La labor del restaurador en este panal consistió en labrar una cabeza entera de niño, otra media, la cartela y un querubín, todo ello en el friso; el brazo izquierdo, el capitel, tórax y pliegues de la pilastra; los dos brazos, piernas y caderas de Jesús; la cabeza y un dedo de Pilato; el cuerpo, la mano derecha y los pliegues del sacerdote; cuatro cabezas, la espalda, un tórax y una mano en las figuras de la izquierda y la cabeza del sujeto que se asoma a la ventana.
Es de advertir que se han enumerado solamente las piezas más significativas talladas para el hermoso púlpito de Martín de Vandoma, joya de nuestra Catedral. No se mencionan otras muchas, menos importantes, pero necesarias, para recomponer la obra, que una vez terminada, sigue siendo una de las más admiradas de la Catedral de Sigüenza. El ensamblaje de todas ellas, según nos informa el restaurador en sus notas manuscritas, le exigió enorme trabajo y una paciencia y meticulosidad a toda prueba.

Ni que decir tiene que la restauración del púlpito del Evangelio es el trabajo más meritorio de todos los realizados por D. Florentino Trapero en Sigüenza. Es su obra por antonomasia, propia no sólo de un hábil restaurador, sino de un verdadero artista por la perfección del conjunto y el primor de cada uno de los detalles. En ella hubo de solucionar muchísimos problemas porque se trataba de recrear una obra de arte a partir de fragmentos inconexos. Que lo consiguió, es algo que no se puede dudar. Es lógico, pues, que se sintiera legítimamente orgulloso de esta obra. No le faltaba razón, por tratarse además de una joya escultórica que, si la Catedral de Sigüenza no tuviera otras, bastaría para merecer lugar preeminente en la historia del arte español, según la autorizada opinión de Pérez Villamil.

Excmo. y Rvdmo. D. Juan José Asenjo Pelegrina Sr. Arzobispo coadjutor de Sevilla
Articulo publicado en la revista Abside nº 18 (Diciembre 1992)