Monarquía Parlamentaria, Alfonso XIII (1902-1922)
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1 de enero de 1902 | Santiago Raso Esparroz |
1 de enero de 1904 | Hipólito Almazán Almazán |
1 de enero de 1906 | Ignacio Gil Rodrigo |
1 de julio de 1909 | Pablo Gutiérrez Olivares |
1 de enero de 1910 | Marcelino Albacete Alvaro |
1 de enero de 1912 | Luciano Toro Somolinos |
1 de enero de 1914 | Antonio Algora Medina |
1 de enero de 1916 | Antonio García Pérez |
1 de enero de 1918 | Luciano Toro Somolinos |
1 de enero de 1920 | Joaquín Ibáñez Martínez |
1 de enero de 1922 | Pedro Trigo Sevil |
Dictadura de Primo de Rivera (1923 - 1930)
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2 de octubre de 1923 | Santos Cardenal Gómez |
22 de enero de 1924 | Estanislao de Grandes Urosa |
1 de abril de 1924 | Estanislao de Grandes Urosa |
9 de marzo de 1925 | Felipe Barrena y Alonso de Ojeda |
25 de mayo de 1928 | Fernando Muñoz de Grandes |
Final de la Monarquía
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15 de febrero de 1930 | Simón Pareja Caballo |
2 de abril de 1930 | Javier Arroyo García |
Segunda República
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18 de mayo de 1931 | Adolfo Franco Lillo |
25 de mayo de 1936 | Francisco Lafuente Moreno |
Dictadura de Francisco Franco (1936 - 1975)
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11 de octubre de 1936 | Estanislao de Grandes Urosa |
19 de octubre de 1936 | Anselmo Bernal Lafuente |
4 de febrero de 1937 | Gerardo Sánchez Esteban |
28 de abril de 1939 | Demetrio Rodríguez Pintado |
30 de julio de 1940 | Arturo Aguilar del Hoyo |
12 de marzo de 1941 | Gerardo Sánchez Esteban |
20 de agosto de 1944 | Antonio Labrada Chércoles |
25 de agosto de 1947 | Gerardo Riosalido Andrés |
30 de octubre de 1957 | José Maria Bernal Jimeno |
8 de octubre de 1966 | Gerardo Relaño Ajamil |
7 de Agosto de 1970 | Martín Poyo del Pino |
DEMOCRACIA
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3 de abril de 1979 | Juan Antonio Martínez Gómez-Gordo |
8 de mayo de 1983 | J. Vicente Turo Sanz |
10 de junio de 1987 | Juan Carlos García Muela |
20 de mayo de 1991 | Marcelino Llorente |
28 de mayo de1995 | Octavio Puertas Moreno |
13 de junio de 1999 | Octavio Puertas Moreno |
25 de mayo de 2003 | Francisco Domingo Calvo |
27 de mayo de 2007 | Francisco Domingo Calvo |
23 de mayo de 2011 | José Manuel Latre Rebled |
24 de mayo de 2015 | José Manuel Latre Rebled |
26 de mayo de 2019 | María Jesús Merino Poyo |
28 de mayo de 2023 | María Jesús Merino Poyo |
viernes, 30 de diciembre de 2016
Alcaldes de Sigüenza desde el siglo XX
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Sigüenza durante el califato Omeya
En esta época son escasos los datos que tenemos. Sigüenza quedo reducida a una aldea después de que fuera sometida a grandes tributos en la invasión musulmana de la península.
Sigüenza paso a depender de Medinaceli durante el reinado de Abderramán III; Medinaceli era la gran ciudad desde donde partían las incursiones hacia los reinos cristianos del norte, este mando fortalecer la ciudad a su general Galib.
El cronista Ibn Idarí, en alusión a las obras realizadas en aquella villa por orden del califa cordobés, afirma que Medinaceli se encontraba:
- "...desde hace largo tiempo abandonada, situada sobre la frontera oriental [...] los albañiles de toda la frontera fueron reunidos allí para construir el recinto amurallado y dotarlo de cuarteles; los trabajos fueron terminados en septiembre del 946, y los musulmanes pudieron desde entonces habitar aquel lugar con total seguridad.
- [...] a Guadalajara. Esta es una ciudad grande y Marca fronteriza, famosa por su situación y amurallada con sillares de piedra; está dotada de mercados, alhóndigas y baños. Tiene un Juez y un delegado del califa y en ella residen los alcaides o gobernadores de la frontera como Ahmad ibn Ya´la o Galib. Desde Guadalajara se emprende la mayor parte de las campañas de guerra contra Galicia. Desde Guadalajara hasta "Sa´ra al-Qawarir" hay una etapa. En "Sa´ra al-Qawarir" hay una venta o manzil donde se hospedan los viajantes o trajineros. Desde este lugar a Medinaceli hay una etapa. De ella es gobernador Galib ibn ´Abd al-Rahmán, jefe del ejercito. Su termino y distrito es muy vasto y considerable y la comarca es muy rica en ganado y próspera en toda clase de recursos y bienes. Ella es la ciudad mas importante de Al-Andalus en organizar expediciones y campañas de guerra.
- Eduardo Manzano Moreno. "La frontera de Al-Andalus en la época de los Omeyas"
Julio Valdeón Baruque. "Abderramán III y el califato de Córdoba"
Existía una vía de comunicación desde Medinaceli hasta Guadalajara. Partía de Medinaceli hasta Sigüenza (Segontia) y seguía paralela al río Henares pasando por Mandayona, Jadraque, Espinosa de Henares y Guadalajara.
Ibn Hawqal habla de este camino, en el que se invertían dos jornadas; la parada intermedia se hacía en un lugar llamado Sa ´ra al-Qawarir, del que se dice que se encontraba junto a una aguada.
En el Año 975, Galib emprendió una campaña contra una coalición de tropas cristianas que sitiaban el castillo de Gormaz. La campaña finalizó con un rotundo éxito de mawlà califal, el cual parece haber consolidado un considerable dominio sobre las zonas fronterizas medias, concretamente entre Medinaceli y Guadalajara.
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martes, 8 de noviembre de 2016
El Púlpito del Evangelio en la catedral de Sigüenza
El púlpito plateresco o del Evangelio, cincelado entre 1572-73 por el artista seguntino Martín de Vandoma y restaurado ejemplarmente después de la Guerra Civil por el escultor segoviano Florentino Trapero.
Martín de Vandoma, seguntino
A juicio de Villamil, el apellido Vandoma es de inequívoco origen flamenco (Van Domme). Bien pudiera ser también de estirpe francesa (Vandomme). Con todo, es seguro que Martín de Vandoma nació en Sigüenza hacia 1515. Muy probablemente fue en nuestra ciudad donde adquirió su formación artística, pues era Sigüenza en aquella época un centro de cultura de mayor rango de lo que podía esperarse de su corto número de habitantes.
En los años de juventud de Vandoma se llevaban a cabo en la Catedral importantes obras platerescas en la capilla del Doncel y en el retablo de Santa Librada y mausoleo de D. Fabrique. No es aventurado pensar que ellas fueron el palenque en el que se moldearon las innatas cualidades artísticas de nuestro escultor y arquitecto.
La primera mención explícita de Martín de Vandoma que encontramos en las Actas Capitulares data del 13 de septiembre de 1554, pocos días después de la muerte del maestro Durango. En dicha fecha el Cabildo nombra a Vandoma maestro mayor de la iglesia y responsable principal de la obra de la sacristía mayor que ya había iniciado su construcción. Terminadas las obras de fábrica en 1561, incluida la célebre bóveda de las Cabezas, de fama universal, recibió el encargo de su ornamentación. A su cincel se debe la puerta de la sacristía y las dos cajonerías situadas a continuación de la capilla de la Capilla del Espíritu Santo o de las Reliquias, obra en la que, a juicio de Azcárate Ristori, también intervino.
Para la Catedral labró además en 1574 cuatro sillas del coro capitular, imitando el estilo gótico original de tiempos del Cardenal Mendoza. A su traza y cincel se deben también varios estimables retablos de algunas parroquias de la antigua Diócesis de Sigüenza, entre ellos el de la iglesia parroquial de Caltojar (Soria), pues en una cartela del mismo se lee que lo hizo Martín de Vandoma, natural de Sigüenza, ayudado por su yerno Jerónimo de Montoya. De su taller proceden, sin duda, los armoniosos retablos de Pelegrina y Cortes de Tajuña y los de las iglesias sorianas de Alentisque, Aguaviva y Ambrona, este último hoy en el museo Diocesano de Burgo de Osma. Y es seguro que Vandoma intervino también en la talla del coro, los púlpitos y la reja de madera de nogal de la colegiata de Berlanga de Duero, obra acabada por su discípulo Vicente Marcos.
A juicio de Villamil, el apellido Vandoma es de inequívoco origen flamenco (Van Domme). Bien pudiera ser también de estirpe francesa (Vandomme). Con todo, es seguro que Martín de Vandoma nació en Sigüenza hacia 1515. Muy probablemente fue en nuestra ciudad donde adquirió su formación artística, pues era Sigüenza en aquella época un centro de cultura de mayor rango de lo que podía esperarse de su corto número de habitantes.

La primera mención explícita de Martín de Vandoma que encontramos en las Actas Capitulares data del 13 de septiembre de 1554, pocos días después de la muerte del maestro Durango. En dicha fecha el Cabildo nombra a Vandoma maestro mayor de la iglesia y responsable principal de la obra de la sacristía mayor que ya había iniciado su construcción. Terminadas las obras de fábrica en 1561, incluida la célebre bóveda de las Cabezas, de fama universal, recibió el encargo de su ornamentación. A su cincel se debe la puerta de la sacristía y las dos cajonerías situadas a continuación de la capilla de la Capilla del Espíritu Santo o de las Reliquias, obra en la que, a juicio de Azcárate Ristori, también intervino.
Para la Catedral labró además en 1574 cuatro sillas del coro capitular, imitando el estilo gótico original de tiempos del Cardenal Mendoza. A su traza y cincel se deben también varios estimables retablos de algunas parroquias de la antigua Diócesis de Sigüenza, entre ellos el de la iglesia parroquial de Caltojar (Soria), pues en una cartela del mismo se lee que lo hizo Martín de Vandoma, natural de Sigüenza, ayudado por su yerno Jerónimo de Montoya. De su taller proceden, sin duda, los armoniosos retablos de Pelegrina y Cortes de Tajuña y los de las iglesias sorianas de Alentisque, Aguaviva y Ambrona, este último hoy en el museo Diocesano de Burgo de Osma. Y es seguro que Vandoma intervino también en la talla del coro, los púlpitos y la reja de madera de nogal de la colegiata de Berlanga de Duero, obra acabada por su discípulo Vicente Marcos.
El púlpito del Evangelio
Martín de Vandoma falleció en 1577. Su obra maestra, a juicio de Tormó y Monzó, es sin embargo, el mencionado púlpito del Evangelio, que también podríamos denominar «de la Pasión», pues la Pasión del Señor es el tema exclusivo de sus cinco espléndidos tableros. Iniciada el 5 de mayo de 1572 y finalizada el 19 de octubre de 1573, su estilo se inscribe en los cánones estéticos del arte plateresco, del que tantos y tan bellos ejemplos encontramos en nuestra Catedral. D. Aurelio de Federico Fernández, canónigo archivero jubilado, que tantos méritos tiene contraídos con ella, describiría así el púlpito en 1954: «sobre cilíndrica columna con sencilla basa clásica, fuste estriado, de estrías rellenas en su mitad inferior, y bello capitel jónico-corintio, álzase un cuerpo formado por dos molduras que limitan una corona de cabecitas infantiles provistas de doble y desigual par de alas, que sostiene un cuerpo troncocónico, en que aparecen alternados los escudos del Cabildo y cuatro niños desnudos como sosteniendo el peso del púlpito; encima y apoyada en ménsulas, aparece la cornisa en que se apoya la cátedra. Es de sección octogonal y en sus cinco tableros reales presenta altorrelieves con escenas de la Pasión: Prendimiento, Jesús ante Caifas, ante Pilato, insultado por los soldados y expuesto al pueblo por Pilato; separadas entre sí por bellos atlantes, que se prolongan por abajo en pilastras decrecientes decoradas con grutescos».

La restauración del escultor Trapero
Son bien conocidos los acontecimientos de octubre de 1936 en lo que respecta a la historia de la conservación de nuestra Catedral. Como consecuencia de dichos acontecimientos, el púlpito del Evangelio quedó reducido a un montón de trozos de alabastro. De su restauración se encargó, por deseo expreso del arquitecto director, Antonio Labrada, el escultor Florentino Trapero, nacido en 1893 en Aguilafuente (Segovia) y de cuyo nacimiento en consecuencia se cumple este año su centenario. En próximos números de ABSIDE habrá ocasión de perfilar su biografía y glosar los méritos de Trapero como escultor y su contribución de la epopeya de la restauración catedralicia. Baste ahora decir que la decisión de Labrada, fundamentada en la perfección de trabajos anteriores realizados por el escultor en la Catedral a partir de julio de 1943, no pudo ser más afortunada.
La restauración completa del púlpito se llevó a cabo entre 1947 y 1950. Duró exactamente dos años y medio, es decir, casi el doble que la ejecución primigenia de Martín de Vandoma. Ello nos indica las enormes dificultades que el artista restaurador hubo de vencer. Según las notas manuscritas que Trapero entregó al autor de este artículo dos años antes de su muerte, acaecida el 4 de agosto de 1977, la primera tarea que hubo de realizar antes de proceder a una restauración, que muchos juzgaban imposible, fue situar sobre cinco paneles de madera los trozos de alabastro conservados con el fin de recomponer las diversas escenas de la Pasión. El resultado final de esta operación no pudo ser más decepcionante. Contemplando ahora las fotografías de los paneles aludidos, comprobamos que faltaban trozos enteros de alabastro, en algunos casos de hasta cuarenta centímetros. Y lo que quedaba, en un estado deplorable por mutilaciones y desperfectos.
La operación siguiente fue tratar de reunir documentación suficiente que mostrase la obra en su estado anterior, tal y como salió de las manos de Martín de Vandoma. Por fortuna, el catedrático Sr. Archilla facilitó al restaurador una buena colección de fotografías del púlpito. Por su parte, el canónigo D. Francisco Box Blasco le proporcionó un vaciado en escayola. Hizo además «muchísimos estudios -son sus palabras- del vaciado de esta obra que hay en el Museo de Reproducciones de Madrid».
A continuación, el Sr. Trapero hubo de trasladarse «a Cogolludo con obreros de la Catedral para encontrar y arrancar alabastro igual al antiguo», pues de aquella zona procedía el alabasto primitivo. E inmediatamente comenzó la restauración que exigió el tallado y colocación de más de seiscientas piezas perfectamente localizables por no haber sido patinadas. «A sí se aprecia mejor -matiza el escultor- la propiedad artística con que hice este trabajo».
La restauración afectó a todo el conjunto escultórico. Hubo de incrustar piezas de la basa, en los extremos inferior y superior del fuste, en el arranque y en otros puntos del bello capitel jónico-corinteo, en las molduras que descansan sobre aquel, debiendo tallar además sostener la gran cornisa sobre la que se asientan los tableros de la cátedra. En dicha cornisa y en las quince ménsulas inferiores se aprecia con toda nitidez el trabajo de orfebre que hubo de realizar nuestro artista.
varias de las cabezas de querubines que forman como un collar sobre el que se alza el capitelón. La repisa octogonal que lo inicia lleva también varias piezas nuevas, así como los cuatro niños desnudos y de cuerpo entero y los cuatro escudos del Cabildo que parecen
Centrándonos ya en los cinco tableros de la Pasión, que miden setenta y cuatro por treinta centímetros y que son, sin duda, la parte más importante de la cátedra, siguiendo casi al pie de la letra las notas manuscritas del restaurador, enumeramos de izquierda a derecha los elementos escultóricos que faltaban y que fueron tallados por el Sr. Trapero:
1. El prendimiento
En este tablero esculpe Martín de Vandoma con singular maestría dos hechos de la Pasión que no fueron simultáneos sino sucesivos: el beso de Judas y el milagro de Jesús restituyendo a Malco, criado del pontífice, la oreja cortada por Pedro. El Sr. Trapero labra y ensambla en este panel, cinco cabezas, dos brazos con sus manos, un escudo, dos antorchas, ocho lanzas, una bandera, un angelito horizontal en el friso, un capitel, todo el cuerpo del atlante y varios adornos en la parte inferior del tablero.
Son bien conocidos los acontecimientos de octubre de 1936 en lo que respecta a la historia de la conservación de nuestra Catedral. Como consecuencia de dichos acontecimientos, el púlpito del Evangelio quedó reducido a un montón de trozos de alabastro. De su restauración se encargó, por deseo expreso del arquitecto director, Antonio Labrada, el escultor Florentino Trapero, nacido en 1893 en Aguilafuente (Segovia) y de cuyo nacimiento en consecuencia se cumple este año su centenario. En próximos números de ABSIDE habrá ocasión de perfilar su biografía y glosar los méritos de Trapero como escultor y su contribución de la epopeya de la restauración catedralicia. Baste ahora decir que la decisión de Labrada, fundamentada en la perfección de trabajos anteriores realizados por el escultor en la Catedral a partir de julio de 1943, no pudo ser más afortunada.
La restauración completa del púlpito se llevó a cabo entre 1947 y 1950. Duró exactamente dos años y medio, es decir, casi el doble que la ejecución primigenia de Martín de Vandoma. Ello nos indica las enormes dificultades que el artista restaurador hubo de vencer. Según las notas manuscritas que Trapero entregó al autor de este artículo dos años antes de su muerte, acaecida el 4 de agosto de 1977, la primera tarea que hubo de realizar antes de proceder a una restauración, que muchos juzgaban imposible, fue situar sobre cinco paneles de madera los trozos de alabastro conservados con el fin de recomponer las diversas escenas de la Pasión. El resultado final de esta operación no pudo ser más decepcionante. Contemplando ahora las fotografías de los paneles aludidos, comprobamos que faltaban trozos enteros de alabastro, en algunos casos de hasta cuarenta centímetros. Y lo que quedaba, en un estado deplorable por mutilaciones y desperfectos.
La operación siguiente fue tratar de reunir documentación suficiente que mostrase la obra en su estado anterior, tal y como salió de las manos de Martín de Vandoma. Por fortuna, el catedrático Sr. Archilla facilitó al restaurador una buena colección de fotografías del púlpito. Por su parte, el canónigo D. Francisco Box Blasco le proporcionó un vaciado en escayola. Hizo además «muchísimos estudios -son sus palabras- del vaciado de esta obra que hay en el Museo de Reproducciones de Madrid».
A continuación, el Sr. Trapero hubo de trasladarse «a Cogolludo con obreros de la Catedral para encontrar y arrancar alabastro igual al antiguo», pues de aquella zona procedía el alabasto primitivo. E inmediatamente comenzó la restauración que exigió el tallado y colocación de más de seiscientas piezas perfectamente localizables por no haber sido patinadas. «A sí se aprecia mejor -matiza el escultor- la propiedad artística con que hice este trabajo».
La restauración afectó a todo el conjunto escultórico. Hubo de incrustar piezas de la basa, en los extremos inferior y superior del fuste, en el arranque y en otros puntos del bello capitel jónico-corinteo, en las molduras que descansan sobre aquel, debiendo tallar además sostener la gran cornisa sobre la que se asientan los tableros de la cátedra. En dicha cornisa y en las quince ménsulas inferiores se aprecia con toda nitidez el trabajo de orfebre que hubo de realizar nuestro artista.
varias de las cabezas de querubines que forman como un collar sobre el que se alza el capitelón. La repisa octogonal que lo inicia lleva también varias piezas nuevas, así como los cuatro niños desnudos y de cuerpo entero y los cuatro escudos del Cabildo que parecen

1. El prendimiento
En este tablero esculpe Martín de Vandoma con singular maestría dos hechos de la Pasión que no fueron simultáneos sino sucesivos: el beso de Judas y el milagro de Jesús restituyendo a Malco, criado del pontífice, la oreja cortada por Pedro. El Sr. Trapero labra y ensambla en este panel, cinco cabezas, dos brazos con sus manos, un escudo, dos antorchas, ocho lanzas, una bandera, un angelito horizontal en el friso, un capitel, todo el cuerpo del atlante y varios adornos en la parte inferior del tablero.

En primer plano aparecen las figuras de Jesús y de Caifás, sentado esté en lujosa silla curul, mientras Jesús permanece en pie con los brazos atados escuchando con un rostro lleno de dulzura y serenidad las provocaciones del sumo sacerdote. En el fondo se perciben algunas cabezas de gran expresividad que reflejan curiosidad ante la escena. El restaurador creó para este tablero la cara de Caifás. Un pie y el cetro, tres cabezas de soldados y de un ministro, un pie y la base de Jesús, varias piezas en el fondo, el baldaquino y una lanza, el brazo izquierdo, un hombro del atlante y un capitel.
3. Jesús conducido al tribunal de Pilato
En es tablero Martín de Vandoma elige el momento en que la comitiva pasa ante el templo de Jerusalén. Jesús va desnudo con las manos atadas a la espalda. También aquí junta el artista dos escenas en una, pues aparecen los sayones blandiendo sus fustas sobe el cuerpo de Jesús, por lo cual el restaurador no se equivoca cuando titula este panel «la flagelación».
En este caso, las piezas creadas por el escultor Trapero son las siguientes: la cabeza, un hombro, las caderas, el cubrepurezas y las piernas del Señor; la cabeza, mano derecha, piernas y pies del sayón de la izquierda; dos capiteles y la arquitectura del fondo izquierdo; los cuatro brazos y los dos capiteles de los atlantes; la base, cabeza y pliegues del atlante izquierdo; una cabeza de angelito y un escudo en el friso.
En es tablero Martín de Vandoma elige el momento en que la comitiva pasa ante el templo de Jerusalén. Jesús va desnudo con las manos atadas a la espalda. También aquí junta el artista dos escenas en una, pues aparecen los sayones blandiendo sus fustas sobe el cuerpo de Jesús, por lo cual el restaurador no se equivoca cuando titula este panel «la flagelación».
En este caso, las piezas creadas por el escultor Trapero son las siguientes: la cabeza, un hombro, las caderas, el cubrepurezas y las piernas del Señor; la cabeza, mano derecha, piernas y pies del sayón de la izquierda; dos capiteles y la arquitectura del fondo izquierdo; los cuatro brazos y los dos capiteles de los atlantes; la base, cabeza y pliegues del atlante izquierdo; una cabeza de angelito y un escudo en el friso.
4. Los soldados se mofan de Jesús
En este tablero aparece Jesús semisentado sobre un escalón del patio del Pretorio y mientras un soldado le maltrata de hecho con un látigo, otro le maltrata de palabra en cuclillas ante él en actitud de burla. A juicio de Pérez Villamil, «las cuatro figuras principales de este cuadro son, tal vez, las mejores de toda la obra».
El Sr. Trapero esculpió para esta escena un brazo, una pierna y un pie del Señor; dos cabezas de sayones, tres brazos y dos pliegues de los mismos; la cabeza, un brazo, una mano, torso, y pliegues del atlante; un capitel, dos cabezas de querubines y un escudo en el friso.
En este tablero aparece Jesús semisentado sobre un escalón del patio del Pretorio y mientras un soldado le maltrata de hecho con un látigo, otro le maltrata de palabra en cuclillas ante él en actitud de burla. A juicio de Pérez Villamil, «las cuatro figuras principales de este cuadro son, tal vez, las mejores de toda la obra».
El Sr. Trapero esculpió para esta escena un brazo, una pierna y un pie del Señor; dos cabezas de sayones, tres brazos y dos pliegues de los mismos; la cabeza, un brazo, una mano, torso, y pliegues del atlante; un capitel, dos cabezas de querubines y un escudo en el friso.
5. Ecce Homo
Es el tablero más complejo de todo el predicatorio por el abigarramiento de las figuras. A la derecha aparece Cristo en actitud mansa y resignada. Detrás, Pilato con la cabeza levantada mira al pueblo judío en ademán de pedir el indulto. A la izquierda, varias cabezas del pueblo y en primer término uno de los sacerdotes instigadores del acontecimiento. En el fondo se ve el palacio del Pretorio y, asomado a una ventana, un individuo que mira con curiosidad el desenlace.

La labor del restaurador en este panal consistió en labrar una cabeza entera de niño, otra media, la cartela y un querubín, todo ello en el friso; el brazo izquierdo, el capitel, tórax y pliegues de la pilastra; los dos brazos, piernas y caderas de Jesús; la cabeza y un dedo de Pilato; el cuerpo, la mano derecha y los pliegues del sacerdote; cuatro cabezas, la espalda, un tórax y una mano en las figuras de la izquierda y la cabeza del sujeto que se asoma a la ventana.
Es el tablero más complejo de todo el predicatorio por el abigarramiento de las figuras. A la derecha aparece Cristo en actitud mansa y resignada. Detrás, Pilato con la cabeza levantada mira al pueblo judío en ademán de pedir el indulto. A la izquierda, varias cabezas del pueblo y en primer término uno de los sacerdotes instigadores del acontecimiento. En el fondo se ve el palacio del Pretorio y, asomado a una ventana, un individuo que mira con curiosidad el desenlace.

La labor del restaurador en este panal consistió en labrar una cabeza entera de niño, otra media, la cartela y un querubín, todo ello en el friso; el brazo izquierdo, el capitel, tórax y pliegues de la pilastra; los dos brazos, piernas y caderas de Jesús; la cabeza y un dedo de Pilato; el cuerpo, la mano derecha y los pliegues del sacerdote; cuatro cabezas, la espalda, un tórax y una mano en las figuras de la izquierda y la cabeza del sujeto que se asoma a la ventana.
Es de advertir que se han enumerado solamente las piezas más significativas talladas para el hermoso púlpito de Martín de Vandoma, joya de nuestra Catedral. No se mencionan otras muchas, menos importantes, pero necesarias, para recomponer la obra, que una vez terminada, sigue siendo una de las más admiradas de la Catedral de Sigüenza. El ensamblaje de todas ellas, según nos informa el restaurador en sus notas manuscritas, le exigió enorme trabajo y una paciencia y meticulosidad a toda prueba.
Ni que decir tiene que la restauración del púlpito del Evangelio es el trabajo más meritorio de todos los realizados por D. Florentino Trapero en Sigüenza. Es su obra por antonomasia, propia no sólo de un hábil restaurador, sino de un verdadero artista por la perfección del conjunto y el primor de cada uno de los detalles. En ella hubo de solucionar muchísimos problemas porque se trataba de recrear una obra de arte a partir de fragmentos inconexos. Que lo consiguió, es algo que no se puede dudar. Es lógico, pues, que se sintiera legítimamente orgulloso de esta obra. No le faltaba razón, por tratarse además de una joya escultórica que, si la Catedral de Sigüenza no tuviera otras, bastaría para merecer lugar preeminente en la historia del arte español, según la autorizada opinión de Pérez Villamil.
Articulo publicado en la revista Abside nº 18 (Diciembre 1992)
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jueves, 8 de septiembre de 2016
La contribución de las fuentes documentales de archivo al estudio de la plazas seguntinas del siglo XV
Pilar Martínez Taboada - Cronista oficial de Sigüenza. Dtra en Arte (UCM)
Articulo publicado en Anales seguntinos nº 17 (2001)
Para estudiar el urbanismo de los primeros siglos de la edad media,
aparte del análisis de los restos físicos: calles, murallas, puertas,
edificios singulares, etc., hemos de recurrir fundamentalmente, para
conocer datos concretos sobre su cronología, su historia o sobre los
mecenas que financiaron su construcción, a las Fuentes literarias de
carácter narrativo, ya sean históricas, como los Anales y las Crónicas,
o biográficas. Esto es debido al escaso número de Fuentes documentales
de archivo que conservamos de esta época. La situación cambia
radicalmente en la Baja Edad Media, ya que en ese momento, dada la
cantidad y variedad de dichas Fuentes documentales que poseemos, éstas
sustituyen prácticamente a las literarias en cualquier investigación
que se lleve a cabo.
En este trabajo vamos a evidenciar la trascendencia de las Fuentes
documentales para el estudio de una de las transformaciones
urbanísticas mas importantes del siglo XV, la apertura de las plazas
mayores en las ciudades castellanas, y en concreto de las existentes en
la ciudad de Sigüenza. Para ello vamos a combinar los documentos
conservados en el Archivo de la catedral seguntina con algún ejemplo
significativo de los existentes en el Archivo Municipal de la ciudad.
Tengamos en cuenta que Sigüenza en este siglo era un señorío episcopal,
ejercido tanto por sus obispos como por el Cabildo. Por ello las
decisiones que se tomaban en los cabildos catedralicios tenían una
transcendencia mayor que las que se adoptaban en las reuniones de
Concejo. Por esta razón las Actas del Cabildo nos ofrecerán mas datos
sobre la ciudad que las propias Actas del Concejo. Además, mientras que
las primeras Actas del Cabildo Conservadas en el archivo de la
catedral son de 1416, las primeras que han llegado hasta nosotros del
Concejo son de principios del siglo XVI, con lo cual exceden al marco
cronológico que hemos elegido para este trabajo.
La recuperación de la vida urbana tras la crisis de mediados del siglo XIV se va a expresar en las ciudades castellanas con la revitalización de su actividad comercial y con la transformación urbanística de los espacios dedicados a la misma. En Sigüenza, a mediados del citado siglo, esta vida comercial se desarrollaba no solo en la plaza del Mercado, ubicada a extramuros de la puerta del Hierro, sino también en la plaza del Mercadillo, escotadura de la calle Jesús, y en las casas tiendas y casas talleres de las dos Travesañas 2; vida comercial cada vez mas pujante sobre todo tras la Concesión de una Feria anual franca en tiempos de Juan I, concretamente el 30 de agosto de 1320, respondiendo a la petición hecha por el obispo don Simón Girón de Cisneros, señor de la ciudad. Esta concesión no sólo la confirmó Juan II, en 1407, sino años después, en 1508, la reina doña Juana, y éste es el documento concreto que se conserva en el Archivo Municipal Seguntino 3.
En él podemos leer el siguiente párrafo: “Sepan quantos esta carta vieren, commo yo don Alfonso, por la graçia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de León, de Gallizia, de Sevilla, de Cordova, de Murçia, de Jaen, del Algarbe e señor de Molina, porque don Simón, obispo de Çigüença, me dixo que la su ciudad estaba en comarca de los reynos de Castilla e de Aragón e de Navarra, y que avie y muy buen logar para facer feria y que vienen muchas mercadurías de fuera de míos reynos al dicho lugar de Çigüença y que se ennoblecería y se enrriqueçería y sería muy grand mío servicio; e yo, veyendo esto que el dicho obispo me dixo era pro del dicho logar, con conceio y con otorgamiento de la reyna doña María mi ahuela e mi tutora, e porque el dicho obispo me lo pidió por merçed y por los muchos servicios que me fizo al rey den Fernando mío padre, que Dios perdone, e fizo e faze a mí e a la reyna doña María mi ahuela e mi tutora; tengo por bien que en dicho logar de la ciudad de Sigüença, que fagan feria una vez en el año, e que se faga cada año siempre iamas ocho días antes de la fiesta de Santa María de mediados de agosto e ocho días después, en manera que dure la dicha feria quinze días; y que aya todas aquellas franquezas y libertades que ha la feria de Alcalá, salvo ende el portalgo que es del obispo e del Cabildo”.
Para entonces ya se había abierto en la misma Travesaña Alta una
nueva plaza y también por ella se extendería la feria. No es habitual
que las nuevas plazas medievales puedan ubicarse intramuros de las
ciudades, y la mayor parte de las veces, como es el caso de la plazuela
abierta delante de la Puerta del Hierro seguntina, se disponían a
extramuros de una de las puertas del recinto urbano; pero en Sigüenza
se produjeron a principios del siglo XV una serie de circunstancias que
permitieron el derribo de un número considerable de casas en pleno
corazón de la ciudad y que hicieron posible que el espacio vacío que
dejaron se pudiese abrir la llamada plaza Nueva, para diferenciarla de
la plaza Vieja, antes citada, ya existente en la misma travesaña.
Analicemos brevemente estas circunstancias. En primer lugar la ciudad tuvo que hacer frente a una Orden Real, concretamente a las disposiciones dadas por el rey Juan II en 1412, respecto a la ubicación de la población judía en las ciudades de sus reinos. En ese documento se ordenaba que todos los judíos de sus reinos y señoríos viviesen apartados de los cristianos “en un cérculo en parte de la cibdad o villa o logar donde fueren vecinos, e que sean cerradas las calles de las puertas enderredor, en guisa que todas las puertas salga a dicho cérculo, e que dicho çerculo haya una puerta por do se mande e non más. E que en el dicho çerculo moren los dichos judíos e judías e non en otro lugar”5 Es decir, que se les ordenaba a los judíos dejar sus casas en el interior de las ciudades y habitar extramuros de las mismas en un barrio amurallado , en una judería murada.
En Sigüenza esta orden real pudo cumplirse sin tener que construir un barrio de nueva planta, ya que existía por aquel entonces un nuevo sector de la ciudad donde mucha familias judías estaban ya asentadas, los alrededores de la perta del Hierro; un lugar que, además de estar extramuros, se veía protegido por la muralla que se había alzado pocos años antes para defender los arrabales occidentales de la ciudad, con lo cual se cumplían perfectamente las condiciones impuestas por el monarca. Y por esa razón fue allí donde se ubicó la nueva Judería y donde se trasladaron a vivir los judíos que tuvieron que abandonar sus casas de la Travesaña Baja, calle que hasta entonces había sido la sede de la Judería seguntina. Muchas de ellas fueron compradas por el Cabildo para arrendarlas mas tarde, por ello no faltaron en esta época viviendas donde trasladar a los vecinos cuyas casas hubo de derribarse para construir la plaza Nueva, que nació como alta escotadura de la Travesaña Alta, muy cerca de la citada puerta del Hierro.
La plaza Nueva, aunque para entonces, como acabamos de constatar, llevase construida varias décadas, aparece citada documentalmente en 1453, con motiva de un juicio que en ella se celebró en época del obispo Luján 6. Y ambas plazas, la Vieja y la Nueva, se reseñan en el Primer Libro del Dinero, conservado en el Archivo catedralicio, fechado en 1477. Estos libros se llamaban así porque en ellos se apuntaba anualmente el dinero que se recaudaba de las rentas de todo tipo que poseía el Cabildo y por ello, también año a año, se registraba en ellos el listado de las casas que dicho Cabildo poseía en la mayoría de las calles de la ciudad, indicando quien las habitaba y que pagaba por ello 7.
Entre las casas citadas bajo el epígrafe “Cal de los Arçedianos” aparecen reseñadas, en este primer libro, las ubicadas en la plaza Vieja de la siguiente manera: “Yten, las casas que está en el mismo cantón de la plaça Vieja, que solía morar Alfonso Martines, barvero, e son dos pares, e solía pagar de en çenso cada año çiento e çinquenta maravedís, e después partiéronse, tiene las primeras del cantón Diego de Lusio, e paga cada año setenta e cinco maravedís”. “Yten, las otras casas conpañeras de éstas, que solía tener el dicho Alfonso Martínes, barvero, que están entre éstas e las del señorcomendador Ferrando de Arse, tiénelas Pedro el barvero a en çenso, cada año por otros setente e cinco maravedís”.
La casa del comendador que se cita es la famosa Casa del Doncel, don Martín Vázquez de Arce, su hijo, que aún hoy día preside esta plaza Vieja, llamada populamente, como antes señalamos, plaza del Doncel o plaza de San Vicente 8.
En cuanto a la nueva plaza y bajo el epígrafe “Plaza Nueva”, entre otras casas se reseñan las siguientes: “Yten, otras casas más arriba del Alcaldía, en la dicha plaça, tiénelas Ferrando Lagunes, çapatero, a en çenso, cada año por çiento e ochenta maravedís. A faser en ella çier(tos) edefiçios”. He elegido esta casa por la referencia a que la Alcaldía, o sea la casa del Concejo, estaba por aquel entonces ubicada en la plaza Nueva, cuando siempre, antes de su apertura, estuvo instalada en una casa de la plaza Vieja. Respecto a este hecho, la primera noticia documental que tenemos aparece en la Donación de casas que el 1 de febrero de 1254 hicieron Pedro Felices y su mujer al Cabildo, indicándose en ella que les daban las casas que tenían “en Sigüença, en Conceio delant Sant Bicent”9.
De igual modo, el mercado semanal que a principios del siglo XV se celebraba, como dijimos antes, a extramuros de la puerta del Hierro, desde que se abrió la plaza nueva se trasladó a la misma, y de esta manera la nueva plaza adquirió sucesivamente todas las funciones de una plaza mayor.
Fue el Cardenal Mendoza quien logró que este mercado semanal fuera franco como lo era anualmente su feria, obteniendo ese Privilegio, fechado el ocho de marzo de 1468 del rey Enrique IV 10. Años mas tarde este hecho se recuerda en uno de los párrafos de las citadas Ordenanzas de 1484, en el que se apunta que fue el rey Enrique IV por petición del Cardenal quien “franqueó e liberó de todo tributo e alcabala e otras exacciones los mercados de esta cibdad los días de los miércoles, e así mismo la feria que se acostumbra facer por santa María de Agosto”.
Años después, concretamente el 15 de abril de 1494 el mismo Cardenal Mendoza será quien tome una decisión trascendental para el futuro de la plaza Nueva, pues ordena mediante una Provisión el traslado del mercado desde esta plaza a la plaza de la Iglesia que el mismo había mandado abrir frente a la fachada meridional de la catedral 11. Pocos días después, exactamente el día 27, el Cabildo se hacía eco de esta orden en su reunión ordenando “que por quanto el Cardenal nuestro señor a mandado faser el mercado a la puerta de esta iglesia en la plaça de ella, e porque es cosa desonesta que ayan de salir fuera al mercado con sobrepelliz los benefiçiados, ordenaron los dichos señores del Cabildo e mandaron que ningund señor benefiçiado de la dicha iglesia salga al dicho mercado con sobrepelliz, so pena del punto de aquel día syn remisión alguna” 12; dato que queda recogido en las Actas del citado día.
A partir de ese momento la plaza Nueva empieza a perder parte de su entidad como plaza mayor y sus alrededores ven como la vitalidad comercial que los definía comienza también a declinar; por ello, el Concejo seguntino no cejó en solicitar que el mercado volviese a celebrarse en dicha plaza; primero, a la muerte de Mendoza, al nuevo obispo, don Bernardino López de Carvajal, como podemos constatar en la Petición que le enviaron el 22 de mayo de 1495, en la que le ruegan que el mercado vuelva “a do siempre fue, para bien de la república, pues que está entre comedio de la dicha cibdad y no cabo de ella como agora está”, (recordemos que la plaza Nueva estaba en el corazón de la ciudad y la plaza de la Iglesia se había abierto en su extremo noreste) 13; y al no conseguir su propósito, años mas tarde, pleitearon en las mas altas instancias del estado. A pesar de todo ello el Concejo nunca consiguió que la orden se revocase.
Sin embargo la plaza Nueva continuó durante siglos siendo el marco de la vida concejil seguntina, pues en ella se construyó a finales del siglo XV el nuevo Ayuntamiento y mas tarde la cárcel, razón por la cual a esta plaza se la conoce en la actualidad como “Plazuela de la Cárcel” 14.
Para conocer con detalle las primera fases constructivas de la plaza de la Iglesia a la que Mendoza trasladó el mercado, la actual Plaza Mayor seguntina, se deben combinar no solo los datos de las Actas del Cabildo sino los reseñados en los Libros de Obra de Fábrica 15, pues fue el canónigo obrero de la catedral, don Fernando de Coca, el encargado de supervisar las obras de la construcción de las casas que configuraron la citada plaza, cuyos alquileres revertían anualmente en dicha Obra y Fábrica. Por ello, cada año, en los citados libros se incluía la lista de casas de la plaza de la Iglesia y las rentas que se cobraban por cada una de ellas.
La primera relación que se posee de las casas de la Obra en la plaza de la Iglesia está inserta en el Primer Libro de Obra y Fábrica de la catedral, en el que se recogen las partidas correspondientes al periodo que media entre el 1 de julio de 1489 y el 30 de junio de 1499 16; y en ella podemos leer lo siguiente: "La casa que yo el obrero tengo, mill maravedís foreros de derechos, desde Sant Juan de junio de XCVIII fasta el otro; la casa que tiene Diego Lopes desde el dicho tiempo, dos ducados: DCCL maravedís; la casa que tiene Alfonso de Verlanga, otros dos ducados; la casa que tenía el organista Pierres, otros dos ducados; la casa que tenía Guillén de Rutia, otros dos ducados"; todas estas casas citadas configuraban la alineación este de la plaza de la Iglesia.
La relación prosigue consignando las casas que configuraban el frente sur de dicha plaza: "La casa de los corredores primera que tenía la fila de Guillén, quinientos maravedís; la otra casa que está al esquina que tiene agora el pintor, quinientos e cincuenta maravedís". Esta plaza se cerraba por el oeste con la casa de la Tesorería, restaurada por los mismos años que se configuraba la plaza, y por el norte con la entrada meridional a la catedral que a partir de 1499 se llamó puerta del Mercado.
Así pues, a finales de la Edad Media en Sigüenza coexistieron, como en la actualidad, dos plazas que querían ser consideradas como las principales de la ciudad. La presencia del mercado poco a poco confirió a la plaza de la Iglesia la categoría de plaza Mayor y arrebató tal categoría a la plaza Nueva. Pero, como antes dijimos, el Concejo seguntino pleiteó durante años para cambiar esta situación y curiosamente este eterno litigio con el Cabildo trajo unas consecuencias urbanísticas similares para ambas plazas, y fue el hecho de que para competir en la carrera por ser sede del mercado, ya en el siglo XVI, ambas duplicarían su superficie para ofrecer un mayor espacio para el desarrollo del mercado.
1 Los distintos tipos de documentos los iremos señalando en negrita a lo largo del trabajo.
2 Para profundidad sobre los diversos aspectos de la ciudad en esta época consultar mi tesis doctoral Urbanismo medieval y renacentista en la Provincia de Guadalajara: Sigüenza un ejemplo singular. 2 tomos. Editorial de la Universidad Complutense de Madrid, 1990.
3 Archivo Municipal Seguntino, Manuscritos, 1, 5.
4 Una variedad amplísima de documentos interesantes para el estudio de la ciudad de Sigüenza fue publicada por el obispo Toribio MINGUELLA Y ARNEDO en su obra Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus obispos; concretamente este documento lo incluyó en su t.. II, Coleción. Diplomática, num. CLXVII, p. 657.
5 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit.m, t. I, Colecc. Diplom., núm. CIL, pp. 620-625.
6 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. II, p.156, recoge el siguiente hecho fechado el 7 de febrero del citado año: "Estando el obispo asentado en juicio a la audiencia de las Vísperas en las gradas de la plaza Nueva, cerca del Alcázar de la dicha ciudad, oyendo y librando plaitos según que lo ha de uso y constumbre".
7 Este primer listado lo incluí en el Documento n. 16 de mi Tesis Doctoral, op. cit., t. II, pp. 1111-1134
8 La Universidad de Alcalá de Henares está llevando a cabo la restauración de dicha Casa del doncel y proximamente en ellas se impartirán algunos de sus cursos.
9 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. I, Colecc. Diplom., núm. CCVI, p.569. Como vemos también la documentación privada contribuye a nuestro estudio.
10 Citado por MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. II, p. 171
11 Dicho documento fue incluido en el tomo II del MINGUELLA, op. cit., Collec. Diplom., núm. CLXIX, pp. 660-661. Sobre las razones que condujeron al cardenal Mendoza a abrir la plaza de la Iglesia y trasladar a ella el mercado, del traslado hemos tratado en varias ocasiones con detalle, por ello, además de la tesis, se puede consultar el artículo:"La apertura de la plaza Mayor de Sigüenza por el Cardenal Mend profesor don José María Azcárate, en la revista de la Universidad Complutense de Madrid, t.4, 1993-4, pp. 173-180.
12Actas del Cabildo, vol.5, t. 12, fol. 169 vto.
13 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. II, Colecc. Diplom. Núm. CLXXL, pp. 663-664.
14 Para conocer mas datos sobre esta plaza consultar mi artículo "La apertura de la plaza Nueva de Sigüenza, actual plazuela de la Cárcel, en la primera mitad del siglo XV y su ensanche en el siglo XVI", en Academia, n. 78, primer semestre de 1994, pp. 439-464.
15 Consultar en el artículo reseñado en nota 11 los datos ofrecidos sobre este proceso.
16 Archivo Catedral de Sigüenza, Obra y Fábrica, t. I, fol. 3.
Analicemos brevemente estas circunstancias. En primer lugar la ciudad tuvo que hacer frente a una Orden Real, concretamente a las disposiciones dadas por el rey Juan II en 1412, respecto a la ubicación de la población judía en las ciudades de sus reinos. En ese documento se ordenaba que todos los judíos de sus reinos y señoríos viviesen apartados de los cristianos “en un cérculo en parte de la cibdad o villa o logar donde fueren vecinos, e que sean cerradas las calles de las puertas enderredor, en guisa que todas las puertas salga a dicho cérculo, e que dicho çerculo haya una puerta por do se mande e non más. E que en el dicho çerculo moren los dichos judíos e judías e non en otro lugar”5 Es decir, que se les ordenaba a los judíos dejar sus casas en el interior de las ciudades y habitar extramuros de las mismas en un barrio amurallado , en una judería murada.
En Sigüenza esta orden real pudo cumplirse sin tener que construir un barrio de nueva planta, ya que existía por aquel entonces un nuevo sector de la ciudad donde mucha familias judías estaban ya asentadas, los alrededores de la perta del Hierro; un lugar que, además de estar extramuros, se veía protegido por la muralla que se había alzado pocos años antes para defender los arrabales occidentales de la ciudad, con lo cual se cumplían perfectamente las condiciones impuestas por el monarca. Y por esa razón fue allí donde se ubicó la nueva Judería y donde se trasladaron a vivir los judíos que tuvieron que abandonar sus casas de la Travesaña Baja, calle que hasta entonces había sido la sede de la Judería seguntina. Muchas de ellas fueron compradas por el Cabildo para arrendarlas mas tarde, por ello no faltaron en esta época viviendas donde trasladar a los vecinos cuyas casas hubo de derribarse para construir la plaza Nueva, que nació como alta escotadura de la Travesaña Alta, muy cerca de la citada puerta del Hierro.
La plaza Nueva, aunque para entonces, como acabamos de constatar, llevase construida varias décadas, aparece citada documentalmente en 1453, con motiva de un juicio que en ella se celebró en época del obispo Luján 6. Y ambas plazas, la Vieja y la Nueva, se reseñan en el Primer Libro del Dinero, conservado en el Archivo catedralicio, fechado en 1477. Estos libros se llamaban así porque en ellos se apuntaba anualmente el dinero que se recaudaba de las rentas de todo tipo que poseía el Cabildo y por ello, también año a año, se registraba en ellos el listado de las casas que dicho Cabildo poseía en la mayoría de las calles de la ciudad, indicando quien las habitaba y que pagaba por ello 7.
Entre las casas citadas bajo el epígrafe “Cal de los Arçedianos” aparecen reseñadas, en este primer libro, las ubicadas en la plaza Vieja de la siguiente manera: “Yten, las casas que está en el mismo cantón de la plaça Vieja, que solía morar Alfonso Martines, barvero, e son dos pares, e solía pagar de en çenso cada año çiento e çinquenta maravedís, e después partiéronse, tiene las primeras del cantón Diego de Lusio, e paga cada año setenta e cinco maravedís”. “Yten, las otras casas conpañeras de éstas, que solía tener el dicho Alfonso Martínes, barvero, que están entre éstas e las del señorcomendador Ferrando de Arse, tiénelas Pedro el barvero a en çenso, cada año por otros setente e cinco maravedís”.
La casa del comendador que se cita es la famosa Casa del Doncel, don Martín Vázquez de Arce, su hijo, que aún hoy día preside esta plaza Vieja, llamada populamente, como antes señalamos, plaza del Doncel o plaza de San Vicente 8.
En cuanto a la nueva plaza y bajo el epígrafe “Plaza Nueva”, entre otras casas se reseñan las siguientes: “Yten, otras casas más arriba del Alcaldía, en la dicha plaça, tiénelas Ferrando Lagunes, çapatero, a en çenso, cada año por çiento e ochenta maravedís. A faser en ella çier(tos) edefiçios”. He elegido esta casa por la referencia a que la Alcaldía, o sea la casa del Concejo, estaba por aquel entonces ubicada en la plaza Nueva, cuando siempre, antes de su apertura, estuvo instalada en una casa de la plaza Vieja. Respecto a este hecho, la primera noticia documental que tenemos aparece en la Donación de casas que el 1 de febrero de 1254 hicieron Pedro Felices y su mujer al Cabildo, indicándose en ella que les daban las casas que tenían “en Sigüença, en Conceio delant Sant Bicent”9.
De igual modo, el mercado semanal que a principios del siglo XV se celebraba, como dijimos antes, a extramuros de la puerta del Hierro, desde que se abrió la plaza nueva se trasladó a la misma, y de esta manera la nueva plaza adquirió sucesivamente todas las funciones de una plaza mayor.
Fue el Cardenal Mendoza quien logró que este mercado semanal fuera franco como lo era anualmente su feria, obteniendo ese Privilegio, fechado el ocho de marzo de 1468 del rey Enrique IV 10. Años mas tarde este hecho se recuerda en uno de los párrafos de las citadas Ordenanzas de 1484, en el que se apunta que fue el rey Enrique IV por petición del Cardenal quien “franqueó e liberó de todo tributo e alcabala e otras exacciones los mercados de esta cibdad los días de los miércoles, e así mismo la feria que se acostumbra facer por santa María de Agosto”.
Años después, concretamente el 15 de abril de 1494 el mismo Cardenal Mendoza será quien tome una decisión trascendental para el futuro de la plaza Nueva, pues ordena mediante una Provisión el traslado del mercado desde esta plaza a la plaza de la Iglesia que el mismo había mandado abrir frente a la fachada meridional de la catedral 11. Pocos días después, exactamente el día 27, el Cabildo se hacía eco de esta orden en su reunión ordenando “que por quanto el Cardenal nuestro señor a mandado faser el mercado a la puerta de esta iglesia en la plaça de ella, e porque es cosa desonesta que ayan de salir fuera al mercado con sobrepelliz los benefiçiados, ordenaron los dichos señores del Cabildo e mandaron que ningund señor benefiçiado de la dicha iglesia salga al dicho mercado con sobrepelliz, so pena del punto de aquel día syn remisión alguna” 12; dato que queda recogido en las Actas del citado día.
A partir de ese momento la plaza Nueva empieza a perder parte de su entidad como plaza mayor y sus alrededores ven como la vitalidad comercial que los definía comienza también a declinar; por ello, el Concejo seguntino no cejó en solicitar que el mercado volviese a celebrarse en dicha plaza; primero, a la muerte de Mendoza, al nuevo obispo, don Bernardino López de Carvajal, como podemos constatar en la Petición que le enviaron el 22 de mayo de 1495, en la que le ruegan que el mercado vuelva “a do siempre fue, para bien de la república, pues que está entre comedio de la dicha cibdad y no cabo de ella como agora está”, (recordemos que la plaza Nueva estaba en el corazón de la ciudad y la plaza de la Iglesia se había abierto en su extremo noreste) 13; y al no conseguir su propósito, años mas tarde, pleitearon en las mas altas instancias del estado. A pesar de todo ello el Concejo nunca consiguió que la orden se revocase.
Sin embargo la plaza Nueva continuó durante siglos siendo el marco de la vida concejil seguntina, pues en ella se construyó a finales del siglo XV el nuevo Ayuntamiento y mas tarde la cárcel, razón por la cual a esta plaza se la conoce en la actualidad como “Plazuela de la Cárcel” 14.
Para conocer con detalle las primera fases constructivas de la plaza de la Iglesia a la que Mendoza trasladó el mercado, la actual Plaza Mayor seguntina, se deben combinar no solo los datos de las Actas del Cabildo sino los reseñados en los Libros de Obra de Fábrica 15, pues fue el canónigo obrero de la catedral, don Fernando de Coca, el encargado de supervisar las obras de la construcción de las casas que configuraron la citada plaza, cuyos alquileres revertían anualmente en dicha Obra y Fábrica. Por ello, cada año, en los citados libros se incluía la lista de casas de la plaza de la Iglesia y las rentas que se cobraban por cada una de ellas.
La primera relación que se posee de las casas de la Obra en la plaza de la Iglesia está inserta en el Primer Libro de Obra y Fábrica de la catedral, en el que se recogen las partidas correspondientes al periodo que media entre el 1 de julio de 1489 y el 30 de junio de 1499 16; y en ella podemos leer lo siguiente: "La casa que yo el obrero tengo, mill maravedís foreros de derechos, desde Sant Juan de junio de XCVIII fasta el otro; la casa que tiene Diego Lopes desde el dicho tiempo, dos ducados: DCCL maravedís; la casa que tiene Alfonso de Verlanga, otros dos ducados; la casa que tenía el organista Pierres, otros dos ducados; la casa que tenía Guillén de Rutia, otros dos ducados"; todas estas casas citadas configuraban la alineación este de la plaza de la Iglesia.
La relación prosigue consignando las casas que configuraban el frente sur de dicha plaza: "La casa de los corredores primera que tenía la fila de Guillén, quinientos maravedís; la otra casa que está al esquina que tiene agora el pintor, quinientos e cincuenta maravedís". Esta plaza se cerraba por el oeste con la casa de la Tesorería, restaurada por los mismos años que se configuraba la plaza, y por el norte con la entrada meridional a la catedral que a partir de 1499 se llamó puerta del Mercado.
Así pues, a finales de la Edad Media en Sigüenza coexistieron, como en la actualidad, dos plazas que querían ser consideradas como las principales de la ciudad. La presencia del mercado poco a poco confirió a la plaza de la Iglesia la categoría de plaza Mayor y arrebató tal categoría a la plaza Nueva. Pero, como antes dijimos, el Concejo seguntino pleiteó durante años para cambiar esta situación y curiosamente este eterno litigio con el Cabildo trajo unas consecuencias urbanísticas similares para ambas plazas, y fue el hecho de que para competir en la carrera por ser sede del mercado, ya en el siglo XVI, ambas duplicarían su superficie para ofrecer un mayor espacio para el desarrollo del mercado.
1 Los distintos tipos de documentos los iremos señalando en negrita a lo largo del trabajo.
2 Para profundidad sobre los diversos aspectos de la ciudad en esta época consultar mi tesis doctoral Urbanismo medieval y renacentista en la Provincia de Guadalajara: Sigüenza un ejemplo singular. 2 tomos. Editorial de la Universidad Complutense de Madrid, 1990.
3 Archivo Municipal Seguntino, Manuscritos, 1, 5.
4 Una variedad amplísima de documentos interesantes para el estudio de la ciudad de Sigüenza fue publicada por el obispo Toribio MINGUELLA Y ARNEDO en su obra Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus obispos; concretamente este documento lo incluyó en su t.. II, Coleción. Diplomática, num. CLXVII, p. 657.
5 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit.m, t. I, Colecc. Diplom., núm. CIL, pp. 620-625.
6 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. II, p.156, recoge el siguiente hecho fechado el 7 de febrero del citado año: "Estando el obispo asentado en juicio a la audiencia de las Vísperas en las gradas de la plaza Nueva, cerca del Alcázar de la dicha ciudad, oyendo y librando plaitos según que lo ha de uso y constumbre".
7 Este primer listado lo incluí en el Documento n. 16 de mi Tesis Doctoral, op. cit., t. II, pp. 1111-1134
8 La Universidad de Alcalá de Henares está llevando a cabo la restauración de dicha Casa del doncel y proximamente en ellas se impartirán algunos de sus cursos.
9 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. I, Colecc. Diplom., núm. CCVI, p.569. Como vemos también la documentación privada contribuye a nuestro estudio.
10 Citado por MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. II, p. 171
11 Dicho documento fue incluido en el tomo II del MINGUELLA, op. cit., Collec. Diplom., núm. CLXIX, pp. 660-661. Sobre las razones que condujeron al cardenal Mendoza a abrir la plaza de la Iglesia y trasladar a ella el mercado, del traslado hemos tratado en varias ocasiones con detalle, por ello, además de la tesis, se puede consultar el artículo:"La apertura de la plaza Mayor de Sigüenza por el Cardenal Mend profesor don José María Azcárate, en la revista de la Universidad Complutense de Madrid, t.4, 1993-4, pp. 173-180.
12Actas del Cabildo, vol.5, t. 12, fol. 169 vto.
13 MINGUELLA Y ARNEDO, op. cit., t. II, Colecc. Diplom. Núm. CLXXL, pp. 663-664.
14 Para conocer mas datos sobre esta plaza consultar mi artículo "La apertura de la plaza Nueva de Sigüenza, actual plazuela de la Cárcel, en la primera mitad del siglo XV y su ensanche en el siglo XVI", en Academia, n. 78, primer semestre de 1994, pp. 439-464.
15 Consultar en el artículo reseñado en nota 11 los datos ofrecidos sobre este proceso.
16 Archivo Catedral de Sigüenza, Obra y Fábrica, t. I, fol. 3.
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